viernes, 27 de marzo de 2009

Bahía de Pasaia

Cuando se cumple una fecha redonda en el aniversario suele recordarse más los acontecimientos. Un cuarto de siglo. La emboscada ocurrida en Pasaia el 22 de marzo de 1984 es uno de esos capítulos oscuros y olvidados de aquellos convulsos años, donde en algunos aspectos parecía que la democracia no había llegado. Jose María Izura, Pelu; Pedro María Isart, Pelitxo; Rafael Delas, Txapas; y Dionisio Aizpuru, Kurro; moría acribillados. Joseba Merino Joseba Merino interesaba que siguiera con vida para conseguir información. Usando a la anteriormente detenida Rosa Jimeno como cebo. A día de hoy sigue siendo un suceso poco conocido. De hecho la canción de Barricada que se refiere a esta emboscada fue censurada.


Lugar de la emboscada (Foto Gara)


No trato de idealizar ni a los cuatro asesinados ni lo que fueron los Comandos Autónomos Anticapitalistas. Una de las escisiones que ha habido en ETA e incluso enfrentados con la banda. Intento ver los hechos situándolos en el contexto histórico. Eligieron una vía política inaceptable como es la violenta. Es un periodo oscuro y a la vez atrae su conocimiento. La guerra sucia del estado contra el terrorismo etarra ya venía desde los primeros años de la llamada transición en los años setenta. Con otros capítulos extraños como Montejurra en 1976, con probada presencia de mercenarios extranjeros, los sucesos de los San Fermines en 1978, el propio asesinato de Argala ese año o el mismo intento de golpe de estado de 1981 y sus precedentes hablan d eun clima político muy complicado. Aunque sea un poco divagar. Los GAL y el ZEN (Zona Especial Norte) ya estaban desde 1983. Aunque la acción fue de la policía. Supuso la práctica desaparición del comando Mendeku y los propios CAA.


Se ha querido echar tierra por que no encaja esa emboscada a cuatro personas desarmadas que recibieron 113 disparos, con el llamado estado de derecho y la democracia parlamentaria. Incluyendo cartuchos de caza prohidos ya entonces. Se han puesto todas las trabas para que en los juzgados no avance la causa, habiéndose reabierto el caso varias veces. Una acción así debe tener un responsable, una persona que la mandara realizar. No un cualquiera. No debe ser difícil con voluntad averiguar quién. Se demostraría que la justicia es igual para todos. Lo triste es pensar que hoy en día muchas personas les siga pareciendo justificable la guerra sucia. Un estado democrático pierde su legitimidad y superioridad moral cuando actúa así. Es peor que una acción terrorista porque se supone que defienden valores democráticos y no violentos. No hay que olvidar que cuando más duras fueron las medidas contra ETA, más atentados y muertos hubo.


Parece que la acción pudo venir en represalia por el asesinato el mes anterior antes de Enrique Casas, senador del PSOE y secretario general del PSE en Guipúzcoa, a manos de los CAA (Comando Mendeku). Por el inicio de los GAL. Demostrándose que las medidas violentas sólo generan más violencia. Por su posición debía conocer la existencia de esa guerra sucia. Lo cuál no justifica su asesinato. García Damborenea le situó en la reunión en que se fraguaron los GAL a la que asistiría el mismo Damborenea. No deja de ser una hipótesis. Txiki Benegas escribe sobre él. Otro que estuvo presuntamente en esa reunión en la primavera de 1983.



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