domingo, 13 de diciembre de 2009

Gastar en lenguas

Lo de Hipólito con el tema de las lenguas ya es obsesivo. Con explicaciones rebuscadas que sólo pueden convencer a los acólitos y desinformados. Trufado de una trasnochada catalanofobia. Lo más triste es que este tipo de artículos no sólo desinforman, sino que crean enfrentamientos artificiales y ajenos a los intereses de Aragón.

Aragoneses y catalanes deberíamos ir al compás en el cultivo de valores universales mientras que, en los obligadamente locales, cada territorio debería cultivar los propios y respetar los ajenos que no quiere decir desconocerlos ni prohibirlos. Esa es, a mi juicio, la regla de oro. Para asumir ese comportamiento recíproca y lealmente no hace falta en absoluto una ley de lenguas.

Este por valores universales, al menos en lengua, entiende el castellano, como si éste tuviera ya poca difusión y apoyo. Insiste en confundir catalán con Catalunya, y en todo caso si un día la Franja decide unirse a Catalunya será cosa que sólo a ellos les atañe decidir. Con todo lo que ha escrito del tema y aún no sabemos cuáles son sus propuestas.

Aunque sean dos los partidos con representación en Cortes que se declaran aragonesistas, en esta ocasión, sólo nos defiende el PP; aquellos otros no se muestran propensos. Son aragonesistas como aquella vicetiple que se decía rubia y vienesa aunque sin dar a esa declaración efectos irrevocables. Ellos sabrán por qué.


No se comprende ese constante mercadeo de posturas y de votos; en el caso de la pretenciosa ley de lenguas y salvo la excepción del PP que debe apreciarse justamente, los demás grupos obran a conveniencia que ni los militantes de hoy ni los electores de pasado mañana, comparten; esa laxitud no coincide, ¡qué mala suerte!, con los intereses de Aragón. Si continúan por ahí, tendrán que declarar el voto obligatorio para que sirvan de algo las urnas.

Por supuesto ahora es el PP el que defiende lo aragonés. Apañados vamos. Eso sí, hacen buena pareja el PAR y el PP para la catalanofobia.

¿Algún dirigente podría explicarnos por qué el PAR anunció desde el principio, que en el asunto de las lenguas iba a abstenerse? Lo de la CHA tampoco lo entiende "todo el mundo", ni siquiera por razones de mimetismo con las posiciones de ERC de las que parecen su eco en Aragón.

Seríamos unos pobres de espíritu si no actuásemos cordial pero firmemente, ante esa especie de resistencia material y en ocasiones furiosa, que los gobernantes de la Generalidad están empleando en asuntos que nos conciernen. Nosotros deberíamos aprender y practicar una política aragonesista congruente, sin excepciones, tentempiés ni tapujos y sin vender votos. Vergüenza ya dan pero no les importa.

Será porque CHA defiende lo que opinan los filólogos. Ahora es Generalidad, se le ve acalorado. La verdadera vergüenza es la que está realizando Hipólito y su partido, y con la A de aragonesista, sin el menor rubor.

Desde nuestras Cortes no parece comprenderse que todas las cuestiones que hoy nos separan de nuestros vecinos responden esencialmente a un denominador común; por citar algunas, la del Archivo de la Corona de Aragón (no de la supuesta Corona catalana aragonesa que jamás existió), la del agua que paradójicamente nos une, la de la lengua cuando alguien se emperra en no usar el español común, la de los bienes que se apropian sin causa legítima y no hablo sólo de los que el obispado debe restituir a las diócesis de Barbastro-Monzón y Huesca, la de la eurorregión, la de las salidas al continente a través del Pirineo central y sin agotar el elenco, la absurdidad de conservar reivindicaciones territoriales trasnochadas e imposibles, salvo para reñir o amenazar, etc., etc.


Son materias que tenemos que abordar pensando en Aragón y desde luego en España pero rechazando que se negocien "por vías de excepción" sino conjuntamente o cuanto menos manteniendo el mismo criterio y rechazando de plano que se sometan al unilateral criterio de la Generalidad y al posterior silencio manso y mohíno del Gobierno central.

Luego mete otros asuntos que no tienen que influenciar, porque son temas diferentes. Como el Archivo de la Corona o los bienes de la Franja, para azuzar. Especialmente ridícula es la del español común, qué cosas emplear tu lengua materna. Toda la retahila de reivindicaciones que no se atreven a plantear siquiera, no ya en el mismo tono, ante el gobierno central, como podrían ser los de la travesía central, pues de ellos depende, o porque no quieren devolver los papeles de Salamanca o el arte aragonés en Madrid.

El texto de aquella ley solo se explica por razones políticas de facción a las que no son ajenos ciertos filólogos o ¿es que los filólogos, los filósofos y hasta los filatélicos no hacen política? Puede que la hagan con cautelosa asepsia ¡pero la hacen!; por acción u omisión, todos hacemos política porque ahí confluyen los problemas; por ejemplo, el de saber cuánto costará esa ley, algo que nadie aclara. ¿Será indispensable ese gasto con tantas inversiones desamparadas, empezando en este caso, por las universitarias?; ¿a dónde iríamos con el aragonés o el catalán?

Claro, los lumbreras de la FACAO y compañía no responden a razones políticas. Como los filólogos le han puesto en su sitio, busca desesperadamente una razón por absurda que sea. Y se puede hacer política pero no mentir. ¿Cuánto supondría 24 millones (cifra dada por el PP) en el departamento de educación? ¿Y las ocurrencias millonarias del PAR cuánto nos han costado? ¿Y los pantanos que reivindican? No, pero dice que no es pobre de espíritu, menos mal.

Es lógico que cada Comunidad cuide de sus tradiciones vernáculas pero no es verdad que en Aragón se hablen generalmente tres lenguas; el español común sí, lo hablamos todos y basta para entendernos, pero el aragonés, siendo tan nuestro y debiendo cultivarse, fue decayendo a partir del XV, como escribió en su día Manuel Alvar. Y decir que en Aragón se habla catalán es cierto si se puntualiza que eso sólo ocurre en unos pocos lugares y menos que el rumano- Para respetar esa realidad, no hace falta ninguna ley sino espíritu ciudadano; además, del catalán nada manda nuestro Estatuto.

Queriéndose hacer el culto, mediante una cita a Alvar, hace el ridículo, mientras haya gente que sepa aragonés, seguirá existiendo, por mucha decadencia que lleve desde el siglo XV. Por fin reconoce que se habla catalán en Aragón, claro que son pocos y seguramente conspiradores. Contradiciéndose con todos sus artículos anteriores. Más la tontería del rumano. ¿Es el rumano una lengua con tradición en Aragón y se sienten aragoneses esos rumanos? ¿Lo emplean sólo entre ellos o también para hablar con otros aragoneses?

De Cataluña tenemos que aprender mucho pero deberíamos centrarnos en lo que desde allí se haga con vocación de universalidad; lo más o menos local tiene poca trascendencia; lo universal, siempre tendrá mucha.

Claro, la vocación imperialista que no falte. Como es bajito debe tener complejo con el tamaño de las cosas.

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