Tras el bochorno de la votación trasvasistas en el parlamento español, parece que alguno en un alarde cinismo intenta justificarlo, o bien es la mala conciencia, aunque personalmente me inclino por lo primero. Nuevamente es Jesús Membrillo, en declaraciones a Europa Press, que cada vez que habla, sube el precio del pan.
Ganas de hacer lo mismo yo creo que nos entraron a todos los aragoneses,
pero el sentido común también prevalece. Cómo te vas a abstener cuando se está
planteando un decreto que tiene como objetivo abastecer de agua a Barcelona. Lo
que pasa es que los sentimientos son los sentimientos y son los que te tiran,
pero en este caso tienen que prevalecer la razón y el sentido común.
Lo que dice es muy grave. No sólo por la enorme desfachatez con la que habla y el tono de prepotencia y displicencia que emplea, al más puro estilo españolista y de creerse en un nivel superior. Sino por el menosprecio a quienes le han elegido y el orden de prioridades que establece. Al estilo stalinista, antepone el partido a los ciudadanos, los que le han elegido y le permiten estar ahí. No deja de ser igualmente un cipayo. Como todos los que votaron igual que él. Si tuviera personalidad, compromiso con los votantes y dignidad, no se habría abstenido, sino que habría votado en contra. Pero milita en un partido pantanero y españolista, da igual aquí PSOE que PP, y sería incompatible esperar una postura distinta.
Aspecto intelectual, bajo la sombra de Zapatero. (Foto El Periódico)
En su caso considera que los intereses de Aragón están por debajo, mientras que otros presuntamente superiores, los generales, están por encima. El complejo del localismo frente al llamado interés general. Barcelona y sus cinco millones de habitantes, están por encima de la gente del Delta o del Pirineo. Muy democrático, valorar en cantidad. Así la justicia o sentido común no viene por la argumentación sino por el número de personas que lo pidan. Es insultante que considere que los intereses de Aragón no sean de sentido común. Y sí lo sean los de su partido y los de una metrópoli de cinco millones de habitantes. Creo que todo el rato le he estado llamado mal, es Membrado, no Membrillo. Por otra parte su apellido significa cuerdo, astuto, prudente, no le hace honor evidentemente. Sí en lo de célebre, pero tristemente.
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