domingo, 14 de octubre de 2007

Apuntes de viaje

Este pasado fuente aproveché para ir al pueblo, es algo que me regenra interiormente. Alejarse de los malos olores de Miranda siempre viene bien, y además espiritualmente, por así decirlo también es positivo. Ver a los amigos, sentirte en tu ambiente, la tranquilidad. Tengo la suerte de que mi casa da al campo, es bonito quedarse mirando, relajado, reflexionando, relaja sólo contemplarlo. Eso sí, el mismo paisaje, por la noche y en su oscuridad se vuelve sobrecogedor, casi atemoriza. Pienso en esos pueblos perdidos de montaña en noches oscuras y de tormenta, lo insignificante que se debe sentir uno ante la grandiosidad de la naturaleza. Al pasar con el coche por algunos pueblos riojanos, que no tienen variante o pasa muy cerca del casco urbano, pude observar como varios de sus habitantes habían seguido la invitación de Rajoy de manifestar su españolidad, colgando banderas españolas de los balcones. Como si les hiciera falta. Para Rajoy eso es lo que preocupa a los españoles, ya que dice que su partido se preocupa de lo que realmente importa a la gente. Normal en la Rioja, una de esas comunidades peperas, sin agobios, dónde la vida trascurre y más en el valle del Ebro de una forma tranquila y sin grandes dificultades. Al menos en comparación con otros, junto a esa dosis de conservadurismo inherente a muchos pueblos. Dónde muchas cosas no se rebaten ni se discuten sino que se dan por hechas. Aún así eligieron separarse de Castilla la Vieja e ir por su lado.


Paisaje a finales de abril desde mi casa.


A su vez escuchando la radio, me enteré de que un grupo de exaltados, grandes patriotas, habían aprovechado el minuto de silencio por los soldados caídos, a los que tanto dicen respetar, para abuchear a Zapatero. Un gran respeto por su parte y muy cobarde. Pero para meterse con un rojo hasta se saltan lo que más dicen respetar. Cabe decir que es triste que el día nacional lo celebren con un desfile militar. Dónde muchos asistentes dan rienda suelta su carácter predemocrático, y se llenan de ese vacuo orgullos de soldaditos y banderitas, como si estuviéramos en la época del imperio. Heredero directo del desfile del día de la victoria. Cómo se ve que ellos no sufren las molestias que ocasionan ni les coartan su desarrollo, ni lanzan sus proyectiles cerca de dónde viven. Desde la metrópoli se ve todo muy rosa por algunos. Con una realidad imaginaria y dónde quieren meter a todos bajo su criterio, que es el eterno problema. Recuerdo que los soldados mueren porque su oficio es ese, es de riesgo, llevan armas, no van en plan ONG como se trata de hacer ver, y eligen libremente ser soldados profesionales, morir por la patria es un invento para dar heroísmo a lo que no lo tiene, no es más que cruda realidad, y algo abstracto. Los que mandan, los culpables, siempre les pilla lejos y bien protegidos. Los ejércitos son eso, sangre, muertos, mutilados, destrucción, no un desfile en la metrópoli.





Como en las casas grandes de pueblo, siempre hay cosas que hacer, no da tiempo a gran cosa, más si no vives ahí, casi no sabes por dónde empezar. Aún así me hacía ilusión ir a Tobed, la anterior no pude hacer fotos de la iglesia de Santa María, una de las hermosas de Aragón y de los mejores ejemplos de arte mudéjar. Construída en la segunda mitad del siglo XIV, y transformado su interior en el siglo XVIII. Es una pena que queden tan pocos ejemplos de interiores mudéjares, daban a la iglesia un aire singular. La decoración exterior de cerámica y juegos geométricos con ladrillos, tan típicos del mudéjar y que emanan del arte musulmán, es simplemente deslumbrante y espectacular.






Me gusta del arte mudéjar la unión de las culturas musulmana, cristiana y judía, sigue siendo un ejemplo para nuestros días, y evocación del Aragón multicultural y tolerante. Eso sí, cuesta algo de esfuerzo llegar, a través de una sinuosa carretera de montaña, a través de la sierra de Algairén siguiendo el valle del río Grío. Entre pinos, carrascas y campos de cultivo con olivos y cerezos. Me gusta la tranquilidad e pueblos así, la amabilidad de la gente, la costumbre de saludar siempre aunque vengas de fuera, los sanos aires. Supongo que otros se morirían de aburrimiento en sitios así. Depende de la escala de valores de cada uno y de su personalidad. La carrasca también puede trasponerse al carácter aragonés, de adaptarse a cualquier circunstancia, su resistencia a los distintos terrenos y condiciones atmosféricas. En general el paisaje de esa zona, es agreste, bello, no es idílico ni suave. Voviendo por El Frasno y no por Mularroya como a la ida, al llegar a la autovía se ve una sucesión de montañas y al fondo la montaña mágica del Moncayo.






A la vuelta quise parar en Magallón, dónde viví hasta casi los trece años. Por fin están restaurando la iglesia de Santa María de la Huerta, otra joya mudéjar aunque no tan conocida, y que presenta un aspecto ruinoso por el abandono y la desidia de décadas. Si bien empieza su declive con la invasión napoléonica, su estado se ha agravado por lo dicho anteriormente. Edificada sobre una ermita románica anterior. Tiene uno de los pocos ábsides mudéjares de siete lados sin contrafuertes entre ellos, salvo en los extremos, que sirven de unión con la nave única, con dos capillas a cada lado. Mediados del siglo XIV. Más conocida como iglesia de los dominicos, éstos no llegan hasta el año 1612, cuando construyen el magnífico convento anexo, por algo eligieron ese lugar. Actual casa de cultura y ayuntamiento, hasta que restauren el antiguo convento de la compañía de María, en el centro del pueblo, visita pendiente, también en remodelación. El convento se restauró en los años ochenta, cuando se hicieron algunas pequeñas obras de refuerzo a la iglesia.








Conseva unas hermosas celosías de yeso en los ventanales del ábside, con atauriques o formas vegetales y geométricas abstractas, y decoración mural pintada. Tiene otra joyita, en una capilla en el lado del hastial, que taponó la primitiva entrada, una pequeña capilla que conserva restos de decoración de grutesco en el intrados del arco, en estuco. Un pueblo con mucho arte e historia como patrimonio cultural. La imagen de Santa María de la Huerta, el convento y en lo alto la iglesia de San Lorenzo, es la típica de Magallón.


(Foto web ayuntamiento)

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