martes, 7 de febrero de 2012

Cuestionado el papel del rey en el 23-F

A día de hoy seguimos con interrogantes sobre qué pasó realmente el 23 de febrero de 1981. Con dos teorías antagónicas que asu vez defienden dos concepciones distintas de modelo de Estado. La oficial recalca el papel fundamental del rey en detener el golpe de Estado. La segunda que fue una operación de la que el rey era conocedor desde el inicio y que todo fue una maniobra para legitimar la legalidad emanada del régimen del 78 y lanzar un aviso a quien quisiera ahondar en las reformas.

Mi opinión personal se inclina por la segunda. Entre otras cosas por la mitificación que desde los medios afines al régimen del 78 y al establishment se ha hecho de la transión y Juan Carlos I. Los últimos tiempos y con la progresiva caída en prestigio del rey, cada vez son mayores las voces que se inclinan por esta. 

Además el semanario alemán Der Spiegel publica un interesante documento desclasificado por el ministerio alemán de Exteriores. El embajador de ese momento Lothar Lahn redactó en un informe

No mostró ni desprecio ni indignación frente a los actores, es más, mostró comprensión, cuando no simpatía.

No deja de ser significativo, es una figura de credibilidad y que no tenía un interés especial por ninguna parte, si acaso por la continuidad del rey en su puesto y la "estabilidad" que se pretendía desde Occidente para España. Por si fuera solo una impresión personal en una conversación personal sobre el incidente, pone en boca del rey

Los cabecillas sólo pretendían lo que todos deseábamos.

Claro está el origen del puesto de monarca que ostenta. Y que la transición no fue más que la continuidad y pervivencia del modelo y estructuras socioeconómicas y políticas heredadas del franquismo. Aparte que la frase encaja en lo que es la falta de facilidad de palabra y simplismo del rey. Orden, es la palabra que falta, un orden social, político y económico determinado. Ahogando definitivamente las ilusiones de cambio y abriendo el desencanto definitivamente. Finalizando con que no le gustaba la visión que Suárez tenía de los militares y que de haberle hecho caso y atender sus demandas no se hubiera llegado a ese extremo.

Falta de credibilidad es la reacción de la casa real cuando afirma que la historia ha consolidado el papel del rey, efectivamente, pero no el que afirman. Ni siquiera con todos los medios que han tenido a su favor para incrustar en la población esa idea. Hoy más que nunca está en entredicho.

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