lunes, 14 de abril de 2008

El trasvase a Barcelona y Narbona

Me da que se avecina tiempos difíciles en la materia. Narbona bien es cierto que empezó de manera ilusionante, derogando el trasvase del Ebro y prometiendo modernidad en la gestión del agua, aunque ha acabado decepcionando. Pero al final el tiempo la va a hacer menos mala que Espinosa. Tiene aspecto de descarada y de clavártela por la espalda. Aunque es una impresión personal subjetiva sin base por ahora, habrá que esperar acontecimientos. Pero proviene de Agricultura, un ministerio aliado de los regantes y partidario de hacer grandes obras. El cambio es significativo y metafórico del giro conservador de Zapatero. Si ya es negativo unir medio ambiente con agricultura y pesca, peor es que se haga ministra a quien viene de éste último, pudo haberlos fusionado y seguir con Narbona o alguien de su cuerda, pero eligió lo otro. Con retos como el cambio climático, el ahorro de energía, las energías renovables, la gestión de residuos, el agua y en general el desarrollo sostenible, me parecen argumentos sólidos para que medio ambiente tuviese su cartera propia.

Elena Espinosa


Para empezar, recuperan el trasvase a Barcelona de 1973, el de Borrell, el de Aznar, son los mismos perros con distinto collar. Ya sólo plantearlo es indicativo. Un trasvase que ha enardecido a las tierras del Ebro con razón, hartas de ser paganas del desarrollo de los demás. Que ven a la capital catalana como un niño insaciable. Esconde parte de la problemática territorial catalana. Claro, que para los genios de la calle Ferraz, no se trata de un trasvase, sino de una transferencia temporal de agua. Con todo el morro pretenden engañar a la gente. A pesar de la temporalidad, pretenden gastar 180 millones de euros, demasiado para algo temporal, al menos en una mente racional. Además de suponer un gravísimo precedente respecto a la apetencia trasvasista levantina, que encuentran la coartada para su injustificado victimismo y agravio comparativo. Lamentable una vez más el GA, oponiéndose, y sacando el estatutico como escudo, ahí está una vez más su utilidad. Oponiéndose al trasvase a Barcelona, pero amparando el del Jalón o el recrecimiento de Yesa.

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