Conocido es que, sobre todo desde que tocó la mayoría absoluta durante el aznarato, aderezado por la no aceptación de los resultados de las elecciones generales de 2004, el PP ha virado aún más a la derecha. Por más que digan que son un partido de centro. Tanto ellos como el PSOE a lo sumo lo intentan en tiempos de elecciones, porque ahí hay un electorado indeciso que suele ser decisivo en los resultados electorales. Como se dice, sí, está en el centro, de la extrema derecha. El mérito del PP es haber agrupado a prácticamente toda la derecha española, dejando como residual a los partidos que añoran el franquismo. Aquellos que se cambiaron la chaqueta hace treinta años, encontraron en AP, luego PP, el lugar ideal para hacerlo y seguir teniendo poder, más aún tras el harakiri de UCD.
Ahora vuelve a quedar de manifiesto la verdadera cara de éste partido. Excluyendo de las listas electorales a la cara más moderada, Gallardón, triunfo moral del ala más radical, entre otros de Esperanza Aguirre, su rival fraticida en madrid y posiblemente en la sucesión de Rajoy si se confirma otra derrota electoral. Por una razón de incompatibilidad con su cargo que no ha existido en otros candidatos del PP. O la de veces que en convenciones del PP, los propios afiliados le han gritado que se fuera al PSOE. Que conste que no es que sea ni mucho menos seguidor de Gallardón, sino sólo lo veo como el más moderado de un partido de derechas. Alguien que al menos no transmite el grado de crispación de otros como Zaplana o Acebes, que es vergonzoso que sigan después de sus mentiras de hace cuatro años. Quien sabe si no ha sido Rajoy sino Aznar quien ha tomado la decisión, posiblemente el gran poder en la sombra y quien sigue mandando en el PP. A fin de cuentas eligió al más servil de los candidatos cuando eligió a dedo a su sucesor, en una decisión que prueba su carácter democrático, a quien nunca le llevó la contraria y a quien sería más fácil de manejar.
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