Interesante artículo sobre las montañas de Aragón, y el tratamiento político que reciben sus habitantes y el entorno natural. Para invitar a la reflexión y denunciar que no se puede supeditar un territorio a otro. Muy interesante el comentario de la reacción identitaria de sus gentes los últimos años.
Las montañas y Aragón
La idea de Aragón es la de una tierra árida y sedienta que debe ser redimida por el agua. El problema es que para hacer realidad ese sueño se construyen embalses que inundan pueblos y destrozan valles.
16/11/2006 José Ángel Bergua Amores
Sociólogo. Profesor de Universidad
Cuando hace unas semanas el consejero Boné, sorprendido por la decisión sobre Biscarrués de la ministra Narbona saltó con aquello de que defendía a los regantes, no sólo estaba confesándose públicamente. En realidad, eran los propios cimientos ideológicos de nuestra comunidad los que estaban hablando por su boca. En efecto, la idea de Aragón que ha ido tomando cuerpo desde finales del siglo XIX es, como ha observado Gaspar Mairal, la de una tierra árida y sedienta que debe ser redimida por el agua. El problema es que para hacer realidad ese sueño se ha decidido construir embalses que inundan pueblos, destrozan valles y, en general, arruinan la montaña. Cuando no se han levantado esos pantanos, los proyectos para hacerlos, las noticias filtradas a la prensa, la presión de las instituciones, etc también han afectado negativamente. Si hacemos memoria es fácil comprobar que los montañeses llevan más de un siglo padeciendo las consecuencias de esta idea de Aragón.
En 1888 se otorgó una concesión de los ríos Ésera y Cinca a la Sociedad Canal de Aragón y Cataluña. Después, en 1917, se hizo lo mismo con el río Ara y, ya en los años 20, un pueblo de la ribera del Ésera, Barasona, fue inundado por el pantano Joaquín Costa. Sin embargo, la fiebre de la construcción de pantanos no había hecho más que empezar. El 8 de abril de 1959 Franco inauguró un embalse, el de Yesa, (que inundó 2.400 hectáreas, además de los pueblos de Tiermas, Ruesta y Escó), y en 1951 se aprobó un plan para los aprovechamientos del Ara y Cinca del que resultó el proyecto, varias veces renovado y hoy anulado, de un embalse en Jánovas. La violenta expropiación forzosa de tierras y propiedades se produjo en los años 60 y 70. Casi al mismo tiempo, en el Cinca, muy cerca y aguas debajo de la desembocadura del Ara, Mediano y las tierras de varios pueblos fueron inundadas por otro pantano. También en los 70, pero en la ribera del Ésera, la subcomarca de Campo se sobresaltó con el proyecto de un pantano de 600 hm cúbicos que inundaría Campo, Morillo de Liena, Navarri y Las Colladas. Este proyecto, fuertemente contestado desde el principio, fue sustituido en 1986 por otro, el de Comunet, ubicado más al sur e igualmente rechazado. Fruto de esta segunda contestación en 1992 se aprobó la construcción de un tercero, esta vez en el término municipal de Santaliestra, con una capacidad de 70 hm cúbicos. Como es sabido este peligroso pantano ha sido anulado y sustituido por otro.
Aproximadamente en las mismas fechas se estudió regular el río Aragón y el Irati de Navarra, el primero en Berdún y el segundo en Lumbier. Sin embargo, la contestación social paralizó ambos proyectos. Como alternativa, en el caso del de Irati, la Administración decidió construir el hoy tristemente famoso pantano de Itoiz. En cuanto al río Aragón, se barajó inicialmente la posibilidad de construir un embalse en Embún, otra vez contestado, ahora por los habitantes del valle de Echo. Así que ha sido la opción de recrecer Yesa la que, al final, se ha consolidado.
Por lo que respecta al río Gállego, que ya tiene en su curso los embalses de Formigal, Lanuza, Búbal, La Peña y Ardisa, es en 1978 cuando los regantes solicitan un estudio de regulación que fue atendido en 1981 con la propuesta de construcción de un pantano de 192 hm cúbicos que inundaría tierras de Biscarrués Santa Eulalia y Murillo de Gállego. Hoy ese pantano está anulado. Sin embargo, el consejero Boné ha confesado que defenderá la construcción de un embalse de menor tamaño en el mismo emplazamiento y que podría recrecerse con posterioridad.
Yesa, Biscarrués, Santaliestra y Jánovas eran los proyectos estrella del Pacto del Agua que firmaron todos los partidos políticos con representación parlamentaria en 1992. En ese acuerdo se estimó que harían falta 2.100 hm cúbicos más al año para regar 350.000 nuevas hectáreas. También se consideró necesario disponer de 850 hm cúbicos como reservas estratégicas para consumo urbano e industrial. Ello iba a suponer la suma de 30 embalses más a los 67 que ya había. Así se regularían 6.500 hm cúbicos al año, prácticamente la total aportación media de los ríos nacidos en Aragón. En el Estatuto recientemente aprobado en las Cortes se insiste en que Aragón disponga de unas reservas estratégicas de 6.550 hm cúbicos. Quiere esto decir que, seguramente, el futuro diseñado para Aragón va a continuar exigiendo el sacrificio de la montaña.
Gran parte de las naciones (con o sin Estado propio) se han imaginado a sí mismas a través de sus montes. Ahí están para demostrarlo, el gran valor que Larrún tiene para los vascos y el Canigou para los catalanes. En el caso de Aragón también hay una fuerte identificación con los Pirineos. De hecho, la denominación de la comunidad tiene su origen en un río pirenaico y el propio Reino de Aragón nace a los pies de la cordillera. Sin embargo, con el correr del tiempo da la impresión de que Aragón ha preferido dejar de lado sus montañas.
Las instituciones autonómicas representan un aragonesismo que a muchos montañeses les resulta antipático. Aunque hasta ahora se han limitado a criticar las políticas hidráulicas, quizás, con el tiempo, la crítica se dirija contra la idea de Aragón que gestionan nuestras instituciones. Si eso sucede, para dar salida a esas protestas habrá que reinventar Aragón.
Sin embargo, no parece que la mayoría de los partidos vayan a estar por la labor. Por eso los montañeses harían mejor en reinventarse a sí mismos. Al margen de Aragón si hace falta. En realidad esto ya se está haciendo. En los Pirineos, por ejemplo, el fortalecimiento de los vínculos entre los distintos valles y la recuperación de la memoria esta generando, más allá de las particiones políticas, una interesante conciencia de identidad pirenaica. El recorrido que pueda tener esta idea está aún por explorar.
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