UAGA y Mularroya

Las personas decentes o con dos dedos de frente se han alegrado o acatado respectivamente respecto a la sentencia de la audiencia nacional sobre Mularroya. Bien porque son conocedoras de lo disparatado e injusto del proyecto o bien porque respetan las decisiones judiciales.

Aparte están los cenutrios, faltos de respeto a las decisiones judiciales y carentes de los valores democráticos que las sustentan. Ejemplo de ello es el sindicato agrario UAGA, que para más escarnio se las da de progresista. Acostumbrados a tomar las decisiones de antemano y acorde a sus intereses, en connivencia históricamente con la administración. Desprecian a la oposición a sus dislates hidrológicos y económicos. Ni siquiera se paran ante el poder judicial cuando no les da la razón. Prefieren la antidemocrática ley de hechos consumados, que priva de la participación democrática a la ciudadanía.

En vez de respetar la decisión, lo que conllevaría una razonable parada de las obras hasta que se conozca la decisión del Supremo sobre el recurso, exigen firmeza y determinación. Es decir, piden que continúe la ilegalidad y el desprecio a la ley. Muy propio de una dictadura o un país carente de valores democráticos. Como viven en un mundo aparte y antidemocrático, además se ven sorprendidos, lo cuál es una muestra suprema bien de desconocimiento o cinismo. Porque es una obra ilegal desde que el TSJA desde que en junio de 2005 obligara al gobierno aragonés a incluir el vaso del embalse en la ZEPA Hoces del Jalón.

Debe ser que no se han informado los últimos cuatro años. Hay que ver que molesto es cumplir con las leyes. Visto ésto el desenlace lógico no podía ser otro que la misma respuesta de la audiencia nacional. Además anula tanto el proyecto como la declaración de impacto ambiental. Por lo que es inconcebible que sigan las obras. Para más desfachatez afirman que como en otras obras han usado los mismos criterios (o falta de ellos) por qué aquí sí se anula. Aplicando el hecho mal una vez que se haga siempre. Esta gente es increíble el desprecio a la legalidad que tienen para conseguir sus propósitos.