martes, 7 de julio de 2009

San Fermín

No me gustan las aglomeraciones y por mi carácter tranquilo, tampoco las fiestas multitudinarias. No me atrae el salir de fiesta hasta que el cuerpo aguante. En ese sentido soy algo raro. El ejemplo más sobresaliente de ese tipo de fiesta masificada y descontrolada es en Pamplona con los San Fermines. Respeto a la gente que así se divierte pero allí no me verán.


No me gusta la proyección que se hace al exterior del todo vale. El que venga gente de fuera, en especial guiris, que se crean que van a la ciudad sin ley. Lo mismo para correr un encierro en estado etílico, que para tirarse desde una fuente o pillarse la mayor borrachera de su vida mezclado con todo tipo de sustancias. Sé que soy injusto con gente que también se opone a ésto y disfruta la fiesta de un modo más lúdico. Alejado de esa imagen que detesto de España como país de la fiesta y el sol. Aunque se esté a la cola en educación e investigación. Si aquí la gente se divierte más que en ningún sitio.
Unas fiestas que han contribuido en gran manera a propagar por el mundo la tauromaquia por otra parte. Gracias en gran medida a que Hemingway y Welles decidieron venir a emborracharse. Dos personajes de los que los taurinos echan mano habitualmente para justificar su afición. Los que creen que arriesgar su vida al ponerse a correr delante de seis toros es una demostración de valentía y no de inconsciencia cuando no estupidez. Aún no he llegado a comprender qué es un corredor profesional. Si cuentan con patrocinadores. Unos toros que por la tarde van a ser escabechados en la plaza. Tan bello de ver que mucha gente se pone a comer una merienda de puchero, hay que tener estómago para ello, incluso ajeno a lo que pasa en la arena. Me pregunto si para disfrutar de una buena merienda y buen ambiente hay que pagar además el abono de feria.
Va por ustedes.



2 comentarios:

Henry Stephen dijo...

Hace años tenía el concepto de que los sanfermines eran un desenfreno total y que valía la pena ir a correrse una juerga sin control de ningún tipo, no parar de beber en horas y acabar tirado donde fuera. Hace muchos años de eso. Ahora mismo me parece la más estúpida manera de divertirse, digna de especímenes que no entienden que la fiesta no debe dominarte a tí, sino al revés. Eso sin contar la inmensa tontería de correr con los toros, algo que me parece soberanamente estúpido. Y al margen de los encierros, encima se realizan varias corridas. En fin, los sanfermines no tienen nada de cachondo y, muy por el contrario, suponen un contraejemplo de lo que es una fiesta bien entendida.

Alejandro dijo...

No es diferente de lo que pasa en la mayoría de sitios, pero aquí es elevado a grado superlativo. Han cogido fama como las fiestas a las que hay que ir.

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