Mientras los trasvasistas, esgrimen con ligereza e hipocresía el argumento de la solidaridad, los trasvases siguen ocasionando perjuicios a quienes los sufren. Porque los afectados son ellos, no los que dejan de recibir algo o no reciben tanto como desearían. Frente a los intereses económicos y políticos, están los humanos y naturales. Como en el texto de Pedro Arrojo.
Soluciones para la sequía de Barcelona
Con los problemas de agua de Barcelona, una vez más, resurge el debate hidrológico como un arma política y no como un camino para buscar soluciones. Vuelve a promoverse la discusión en torno a los trasvases del Plan Hidrológico Nacional (PHN), en lugar de profundizar el debate sobre la prevención y gestión de sequías, cuestión que el PHN ni siquiera se planteó.
De hecho los trasvases son pésimas herramientas para gestionar sequías. Sencillamente porque éstas suelen ser regionales. Cuando el Segura sufre un ciclo seco, el Júcar y el Ebro también suelen sufrirlo. El propio proyecto de trasvase del Ebro preveía, en la letra pequeña de los anexos, que uno de cada cinco años, cuando hubiera sequía, no podrían trasvasarse caudales. Si finalmente hubiéramos confiado en esa estrategia, habríamos asistido estos años a cortes de agua en el sudeste peninsular. Afortunadamente, el Gobierno optó por la desalación, que sí es fiable en sequía.
En el caso de Barcelona, paradójicamente, nos encontramos con graves problemas hoy, pero con un futuro en el que el abastecimiento estará holgadamente garantizado. La ciudad vive sobre dos acuíferos alimentados por el Besòs y el Llobregat. De hecho, tradicionalmente se han bombeado desde el metro millones de metros cúbicos para evitar su inundación. El problema es que tales acuíferos están contaminados. Pero en todo caso, pueden obtenerse caudales de calidad sin más que someterlos a un proceso de ósmosis inversa, similar al que permite desalar el agua de mar; aunque; eso sí, a mitad de coste. Tales acuíferos pueden y deben ser piezas estratégicas de sequía en el futuro. En la actualidad, el acuífero del Besós se está desalobrando a unos 0,25 euros/m3. En todo caso, estando en línea de costa, Barcelona dispone del mar. Hoy obtener un metro cúbico de agua de alta calidad, es decir 1000 litros, por desalación de agua marina, empleando las más modernas tecnologías, supone apenas 0,4 euros/m3. En esta línea trabaja de hecho la Agencia Catalana del Agua.
El problema es que la gran planta de desalación del Llobregat, actualmente en construcción, llega tarde para resolver la situación actual. Cuando esté en funcionamiento, con una producción de 200.000 m3/día, Barcelona tendrá garantizado su abastecimiento, incluso en ciclos de sequía extrema, a un coste muy inferior al que supondría ese otro famoso trasvase del que ha vuelto a hablarse estos días, el del Ródano. El coste previsto hace más de diez años, de 0,7 euros/m3, hoy no bajaría de 1 euro/m3; es decir, cuatro veces más que la desalobración del acuífero y más del doble que la desalación marina.
Aclarada esta perspectiva, lo que se necesita, en cualquier caso, son soluciones para la situación de emergencia actual. El enfoque propuesto por Cristina Narbona es sin duda el más razonable: organizar lo que en la Ley de Aguas se denomina un centro de intercambio (figura similar al Banco de Aguas de California), que negocie la adquisición de derechos de riego. La sequía de Sevilla a principios de los 90, que supuso cortes de agua a cientos de miles de familias, se acabó resolviendo con una oferta a los regantes de apenas 7 pts/m3. Las recientes transferencias de derechos de agua en sequía, bajo control público, en el Tajo y en el Guadalquivir, se han movido en torno a 0,2 euro/m3.
La Generalitat tiene, sin duda, una importante responsabilidad por no haber diseñado una estrategia de este tipo con tiempo. Sin duda, el temor a que el tema fuera usado como arma electoral por una oposición para la que todo vale, permite entender el porqué de esa aparente falta de previsión, aunque no la justifica.
La improvisada alternativa de un trasvase de emergencia desde el Alto Segre parece tan inconsistente como ineficaz, pues de hecho, también el Segre está en estrés hídrico. La única opción razonable, sería negociar la recuperación de caudales de riego desde un centro de intercambio para poder garantizar el abastecimiento a Barcelona, sin detraer caudales ambientales en la cuenca del Ebro y en particular en el Delta. En California, de los caudales adquiridos por el Banco de Aguas, se dejaba en los cauces una proporción equivalente al agua que volvía como retorno de riego y sólo el resto se adjudicaba a nuevos usuarios en emergencia, que pagaban los costes correspondientes.
Aplicando esta estrategia, el Delta recibiría, cuando menos, los mismos caudales, pero en mejores condiciones, al no quedar contaminados por nitratos y pesticidas. En todo caso, mientras no se garantice el régimen de caudales ambientales del Delta establecido por el equipo de expertos designado por la Administración, es difícil que este tipo de opciones sea aceptada en el Bajo Ebro. Aquí entran en juego otras responsabilidades: las de los Gobiernos de Aragón, Navarra e incluso de la propia Generalitat, que mantienen proyectos de nuevos regadíos tan irracionales desde el punto de vista económico, como insostenibles desde las perspectivas vigentes de cambio climático.
Pedro Arrojo, Dpto de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza
A su vez, me llega por el correo electrónico, éste texto sobre la situación del Tajo.
Actualmente la única gran obra de trasvase que se está ejecutando en España es la del trasvase Tajo-Guadiana, auspiciada por el Gobierno de Castilla-La Mancha y autorizada por el Gobierno nacional. Esta obra, que está pasando de puntillas y de la que -casi- nadie habla, está destinada en teoría a abastecer a cerca de 400.000 habitantes en La Mancha; pero lo cierto es que su finalidad primaria es la de satisfacer las demandas de los nuevos desarrollos urbanísticos y aeroportuarios del entorno de Ciudad Real. La obra del trasvase a la Mancha se desbloqueó por el Gobierno de España en 2004; y es la gran apuesta hidráulica del Gobierno de Castilla-La Mancha. A cambio de esto, Castilla-La Mancha permitió ejecutar al gobierno central la conexión Talave-Cenajo, última gran obra de infraestructura del trasvase Tajo-Segura, que une los ríos Mundo -embalse de Talave- y Segura -embalse del Cenajo-, con la finalidad de disponer, por un lado, de una gran capacidad de almacenaje de agua del Trasvase al pie de Murcia -embalse del Cenajo, más de 400 hm3 de capacidad-, y por otro lado disponer de los caudales del río Mundo, ya que más del 90% de los mismos se generan aguas arriba del embalse del Talave; y, como va a ocurrir este año, si no hay agua para trasvasar en el Tajo, explotar o sobreexplotar el acuífero del Mundo y otros de Albacete, para llevar agua a Murcia y Alicante. Por otro lado, y también a cambio del trasvase Tajo-Guadiana, Castilla-La Mancha permitió que el Gobierno de España en 2004 'regalase' 200 hm3 del río Alberche a la Comunidad de Madrid; esto ha supuesto que el Alberche no tenga prácticamente agua en su curso medio y abajo -aguas abajo del embalse de Picadas-, y que los abastecimientos a Talavera de la Reina, Toledo y las comarcas de la Sagra y Torrijos queden en precario; por otro lado, también a cambio del trasvase Tajo-Guadiana, la Junta de Castilla-La Mancha ha mirado a otro lado con la regulación del Sorbe ya discutida en la Red. Por tanto estamos ante una estrategia muy clara, a tres bandas: por un lado el Gobierno de Castilla-La Mancha consigue que se haga un trasvase del Tajo al Guadiana, donde están actualmente sus mayores intereses políticos y especulativos (léase la DIA del trasvase al Guadiana donde se dice muy claro que el trasvase a la Mancha sólo da para el Reino de Don Quijote, no permite más crecimientos en Ciudad Real capital); por otro lado, el Gobierno de España ha conseguido que Castilla-La Mancha levante la obra del Talave-Cenajo (para contentar a Murcia y Alicante), y sólo ladre con el trasvase, en vez de entrar al fondo jurídico del propio trasvase, de las concesiones, y de la venta de agua por parte de los regantes del Tajo medio; y a su vez consigue que el Gobierno de Castilla-La Mancha no diga nada sobre la 'captación' definitiva de los ríos Alberche y Sorbe por parte de la Comunidad de Madrid para su abastecimiento. Estamos hablando de cerca de 300 hm3 nuevos anuales, un 50% del consumo anual de la Comunidad; y que tampoco diga nada sobre los caudales circulantes entre Bolarqe y Aranjuez, cada vez menores por el cada vez mayor 'ahorro' en ese tramo. Y, por último, la Comunidad de Madrid consigue esos 300 hm3 anuales del Alberche y el Sorbe, sin tener que entrar a pelear con Murcia y Alicante por la cabecera del Tajo. (Hoy, 17 de abril, en declaraciones a Onda Cero, Esperanza Aguirre por primera vez ha dicho que 'la mayor cuenca de la que se surte Madrid es la del Tajo y los embalses de cabecera de la región son Entrepeñas y Buendía'. Quizá, y en la actual situación del PP, ya no sean tan buenas las relaciones entre Murcia-Alicante y Madrid.) Y el Gobierno de España tiene contentos a Madrid y a Castilla-La Mancha, e implícitamente a Murcia y Alicante, aunque estos hagan mucho ruído para mentener vivo su electorado, pero saben que agua no les faltará. ¿Y quién pierde en esta jugada perfecta a tres bandas? El Tajo. Y con el Tajo cada uno de los pueblos y ciudades que lo ven pasar entre Trillo y Talavera de la Reina; y con él cada uno de los ciudadanos que vivimos a sus orillas. La historia del Tajo es triste, esquilmado por los cuatro costados, sin nadie que se apiade de él. Pero es así de trasparente. Y esto es lo que debemos ser capaces de cambiar, sabiendo que somos moneda de cambio; y manteniendo siempre una visión global, porque los intereses, aunque puedan parecer puntuales, obedecen a una estrategia diseñada para que la cuenca del Tajo continúe siendo la gran explotada para beneficiar desarrollos en otras cuencas hidrográficas.
Miguel Ángel SánchezPlataforma en Defensa de los ríos Tajo y Alberche de Talavera de la Reina
Por último, vemos lo que pasa en una de las presas estandarte del trasvasismo, como Itoitz.
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