Nos hemos cansado de oir, de boca de cualquiera de los firmantes del nuevo estatuto, que con el mismo, se había acabado la amenaza del trasvase. Una de las numerosas mentiras y de las más flagrantes. Hemos comentado que no articula ningún veto, ni poder decisorio aragonés sobre ésta cuestión. Supone un fraude a los ciudadanos, venderles algo que no es cierto. Algunos lo hemos venido diciendo desde el principio, y la verdad es que no es que sea meritorio ni hay que tener dotes de adivinación. Sólo analizar mínimamente la situación y el texto, la confluencia de intereses que se sigue produciendo y las declaraciones políticas. Todo ello aderezado con ser víspera de elecciones generales, lo que multiplica la demagogia y los intereses.
Ha tenido que ser José Ángel Biel, casi de tapadillo y enmedio de la tormenta de Gran Scala, quien lo acabara reconociendo. En respuesta a una pregunta parlamentaria de CHA. Sin que se les dé el menor rubor lo dicho anteriormente. El rédito político al estatuto ya se lo han sacado, y ahora a lo mejor conviene sacar la amenaza del trasvase cara a las próximas elecciones e intentar arañar votos. Aragón no está libre de un cuarto intento de trasvase del río Ebro. Aún así volvió a reincidir en sus simplistas soluciones, la misma política de siempre. Hay que reivindicar mayores competencias como la autorización de vertidos y de obra en el dominio hidráulico para avanzar en contra de este proyecto. Si hay acuerdo en la política hidráulica abocaremos al fracaso un nuevo intento de trasvase. Para lograr ese deseable acuerdo, quizá sólo haga falta que de una vez escuche a los afectados, y no se dedique a regalar los oídos a los demandantes de agua. Sí, ya vimos que un Aragón unido lo tuvo en cuenta el Gobierno anterior para seguir adelante con las obras. Es un tema que se escapa de nuestras competencias, y del que sólo cabe defenderse.
La medida más efectiva es la eliminación de los sobrantes, procurar, desde el Gobierno autonómico, que no sobre agua en la Comunidad aragonesa. Eso es, emepezando por los campos de arroz en las Bardenas y acabando en el nuevo papel primordial en todo ésto de Gran Scala, el buen uso es lo de menos, así conseguimos que los catalanes no tengan agua para el Delta, que descaro, querer que el río lleve agua a su desembocadura pudiendo gastarse aquí. De esta manera, no quedará más remedio que frenar el trasvase porque en Aragón no sobra agua, sino que faltan inversiones. La frase modelo del PAR, la del ruralismo más atávico, y que esta gente lleve tanto tiempo mandando.
Coincidiendo con ésto, el expresidente español y gran defensor e impulsor del trasvase, tanto durante su mandato como ahora, estuvo en Zaragoza con su nuevo atadijo de páginas con letras, que algunos llaman libro. Entre vítores de españoles o aragoneses colonizados, que le jalean, y que le animan a volver, que ha sido el mejor presidente de lo que definen como democracia, y a seguir así. Declaró tener esperanza como ciudadano y se mostró convencido de que se retomarán las obras del trasvase que él inicio. País, unos jaleando al colono y otros preocupados por sus actuaciones.
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