Así lo ha anunciado Bizén Fuster, el paso de los años y la bajada electoral de las últimas elecciones, lo hacen aconsejable. Agradecerle su dedicación y los servicios prestados. No creo que sea momento de pasar factura sino de mejorar la actual situación entre todos. Pero no sólo debe ser un cambio de nombres, debe ir más allá, debe de hacer una reflexión seria y profunda y retomar los valores que impulsaron a fundar CHA allá por 1986. Uno de los grandes valores de CHA ha sido que no era un partido como los otros, burocratizado y dónde la gente se metía por interés. Creo que se ha burocratizado, en el sentido de prestar demasiada atención a estar en las instituciones, y que ha ido en perjuicio de la base social.
En los comunicados del partido se hablaba de reforzar el esqueleto, que era débil viendo la representación institucional. Para conseguir ésto CHA debe ser un partido de base social. El electorado de CHA debe buscarse entre la gente desencantanda con los partidos tradicionales y que generalmente no vota, los movimientos sociales y todo lo que esté a la izquierda del PSOE. CHA no puede ni debe competir por el electorado del PSOE, cada vez más al centro. Sino en el que votaba al PSOE por no haber otro de izquierdas, y los más aragonesistas e izquierdosos de los que hayan podido votarlo. El electorado del PAR choca frontalmente por ser de derechas y con una escasa base aragonesista e ideológica. Precisamente convendría reforzar la base ideológica, reafirmarse en el socialismo y Aragón como nuestro marco de referencia, abiertos de manera solidaria al resto de pueblos.
Es indudable que se pueden hacer más cosas desde las instituciones que desde fuera, pero no puede suponer una pérdida de contacto con la calle y el pulso del país. Muchos creemos en el soberanismo, pero también nos adaptamos al momento actual del país. No se puede presentar un proyecto exclusivamente independentista porque es caer en un limbo político. Hay que trabajar antes ideológicamente al país, poco a poco. Entrar en las instituciones supone un pacto, una cesión, no se puede aplicar al 100% las ideas, pero sí mantener lo importante. Eso no debe suponer una crítica, siempre que se tenga unas miras más allá para un futuro. Como militante me gustaría que la asambleya fuera un punto de inflexión hacia el futuro, debatir nuestros temas desde la responsabilidad. Y que CHA sea eso que pretendió ser desde el inicio, un partido que pueda acoger a las personas de izquierdas que sientan Aragón, desde autonomistas a independentistas, sin exclusiones. Lo que supondría una readmisión de Chobenalla, bajo mi punto de vista, las legítimas juventudes de CHA. Las juventudes deben ser la avanzadilla del partido, las que lo hagan avanzar, con audacia. No supeditado a la dirección del partido.
A veces da la impresión de ser esto un círculo o una espiral, que diría Chorche, repasando este texto de 1983 de Chesús Bernal y Chusé Melero, estamos en una situación en que sigue vigente. Lo peor es que se desandara el camino de estos últimos 20-25 años, cuando quizá el mayor problema del aragonesismo de izquierdas haya sido su falta de articulación política estable.
Revista Rolde. Septiembre de 1983.
Sobre el MNA y su legalización
En los últimos tiempos, el Movimiento Nacionalista Aragonés, (MNA) ha sido legalizado, y esto tiene que ser un motivo de satisfacción para todos los nacionalistas aragoneses de izquierdas. Hace poco hemos estado en su primera presentación pública (o no tan pública, pues parece que solo fuimos llamados los tradicionalmente fieles al aragonesismo combativo), donde vimos que existía entre sus militantes una clara y decidida intención de abandonar pasados radicalismos y de acercarse a posturas mas moderadas y mas "populares" o, lo que es lo mismo, de mas fácil acceso electoral. Se argumentó en pro de esta estrategia el hecho de que el pueblo aragonés no tiene mucha conciencia nacionalista, y así una opción política bastante intransigente o radical estaría siempre condenada al fracaso.
De primeras, dicha estrategia parece políticamente atinada, pero no dejó de ser un chasco para nosotros, y nos llamó la atención precisamente por la radicalidad que habían mostrado siempre algunos de los que en ese momento querían olvidarla.
Por supuesto, para recoger votos en elecciones futuras o para que se acerque al nacionalismo algún número de personas de ideología aragonesista más moderada, el hecho de aparecer en el mapa político de nuestro País con pretensiones desproporcionadas o empleando una terminología altisonante (e incluso asustante para muchos) no llevaba mas que a quedar irremediablemente solos; lo cual nos tememos que de todas maneras pueda acabar ocurriendo a corto plazo (pero ésta ya es otra cuestión, aunque nada querríamos mas que equivocarnos).
Políticamente, repetimos, esa estrategia nos parece adecuada. Pero siempre y cuando sea lo que es: una simple estrategia. Porque si para recoger unos cuantos votos y unos cuantos “militantes” el MNA renunciase en el fondo a luchar por lo que luchan todos los partidos nacionalistas de izquierdas que conocemos (o sea, por la autodeterminación nacional), ¿Qué quedaría de su nacionalismo?, ¿en que podría distinguirse, por ejemplo, del desaparecido PSA?, ¿Cuál sería su razón de ser? O se es nacionalista o no se es. Y frecuentemente no hay que dar importancia al hecho de que algunos pueden espantarse o coger miedo.
Nos parece bien huir a veces del testimonialismo. Pero si eso no conlleva negar todo en lo que se cree y por lo que se ha luchado. Si no, es preferible seguir siendo pocos y pobres, pero honrados.
Chusé L. Melero Chesús G. Bernal
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