lunes, 5 de noviembre de 2007

Votando en un referendum

Abrumador ha sido el resultado del referendum sobre la instalación de las dos centrales térmicas en Miranda y su entorno. Y esperado, por la reacción ciudadana, creación de una plataforma y manifestaciones ciudadanas. Es curioso que para ésto, la mayoría de la gente lo veo como un saludable ejercicio democrático, y en cambio una pregunta distinta para el País Vasco como la mayor de las aberraciones democráticas, siendo el mismo procedimiento. Pero no todos ven este referéndum de manera positiva. Con la habitual prepotencia de la derecha, el líder local del PP Borja Suárez, lo calificó de estupidez sin sentido. Evidente para quien cree que la participación en política debe reservarse a una elite privilegiada, para manejar los asuntos a su antojo. Despreciando la capacidad de la gente para participar activamente en la democracia y la política. Aunque sea para dar su opinión y no sea vinculante para las administraciones. Su único objetivo es encontrar algo para meterse con el PSOE.
Fernando Campo, adalid de su instalación, ha hecho suya la opinión de la ciudadanía, gesto que le honra, pero que debería haber adoptado antes e impedir el avance de las gestiones. Más cuando han publicitado el impacto no negativo de su instalación. Cuando está realizado no un organismo independiente o siquiera el MIMAM o la consejería correspondiente de la Junta, sino por consultora de Iberdrola, la empresa interesada en su instalación junto a Montefibre. Ya conocemos la veracidad de Iberdrola y la limpieza de sus propósitos. Campo hasta se trajo al alcalde navarro de Castejón, donde hay una central térmica de ciclo combinado, a explicar los beneficios. para empezar es absurdo comparar dos contextos distintos, la contaminación de uno y otro lugar no admite comparación, la de Miranda estaría pegada al casco urbano, y la de Castejón fuera en un alto y donde sopla bien el aire. Y no tendría otra a cinco kilómetros en Lantarón, al lado de una química. Donde por desgracia desde Miranda no se puede hacer tanta presión.
Lamentable resulta también el simplismo y la obcecación por el valor monetario de algunos. Todo se justifica por los puestos de trabajo, 30 o 40 en funcionamiento, a cambio de perjudicar más la salud de casi 40000 personas, las que trabajan y las que no. Hay cosas como la salud, y no todo se puede justificar en un falso progreso o en la limosna de unos puestos de trabajo, cuando los beneficios económicos para la empresa van a ser enormes, y los que los ganan viven bien lejos. Poco valoran esos mirandeses su salud y la de sus vecinos, y su pragmatismo resulta nocivo. Hasta el presidente de la cámara de comercio dijo que una ciudad contaminada, resta posibilidades de atractivo para la instalación de empresas. Y algunos aceptan lo que ya han rechazado en otros lugares. Y la opinión de quienes viven las consecuencias de la instalación de estas plantas en otros lugares.

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