viernes, 29 de junio de 2007

29 de Junio de 1707

Como cada año ésta es una fecha significativa para el pueblo aragonés, que lamentablemente sigue olvidada por muchos. Este año además son 300 años desde los Decretos de Nueva Planta promulgados por Felipe V, por los que por derecho de conquista asimilaba a Aragón con las leyes castellanas, quitando la independencia y personalidad política y jurídica a Aragón. Es curioso ver, y sintomático, que muchos de los que dicen sentirse igual de españoles que aragoneses, tienen recelo cuando sólo ven signos aragoneses, y no cuando son españoles. Sobre todo en la clase política se ve un complejo, un apocamiento en defender lo propio, no vaya a ser que los llamen separatistas, terroristas o amigos de ellos. Que lleva al languidecimiento del país. Consumido en su propios problemas y en la falta de rasmia. En cambio en otras autonomías, bajo el parapeto de la bandera española, sólo se oculta el beneficio propio. Aquí se conforman con lo que la graciosa metrópoli les concede. Luego vendrán las quejas, las comparaciones, siempre con las mismas autonomías y no otras.





Hay que mostrar el ser aragonés sin complejos, tal y como es, asumirlo con naturalidad. Tenemos ejemplos históricos de aragoneses ilustres, tanto conocidos como anónimos. Un país que en su contexto tuvo las leyes más avanzadas, y cuya esencia era la libertad. Por ejemplo la de los héroes de 1591. Quizá desde la diáspora se vea distinto, las ganas de volver. No son pocas las veces que dan ganas de dejarlo y quedarse uno en la tranquilidad de su casa y su entorno inmediato. Pero te acuerdas luego de lo anterior, de los que luchan por su dignidad en el tema Yesa, de ese ejemplo extraordinario de Emilio Garcés y Francisca Castillo. ¿Qué son nuestras cuitas comparadas con lo que tuvieron que pasar? Siempre hay lugar para la esperanza, la tranquilidad con nuestro espíritu. Lo bonito que es las pequeñas victorias.


Todos los fueros, privilegios, exenciones y libertades que gozaban y que con tan liberal mano se les hablan concedido así por mi como por los señores reyes mis predecesores, particularizándoles en esto de los demás reinos de Aragón y Valencia, pues a la circunstancia de ser comprendidos en los demás que tan legltimamente poseo en esta monarqula se añade ahora la del derecho de la conquista que de ellos han hecho últimamente mis armas con el motivo de su rebelión; y considerando también que uno de los principales atributos de la soberan la es la imposición y derogación de las leyes...
Como hay que acabar con esperanza, una de las más bellas canciones y emocionantes canciones de la Ronda de Boltaña, de las canciones que mejor han descrito Aragón.
La revolandera
Paloma, ¡abre las alas!.
¡Levanta el vuelo, canción!
Teruel, Zaragoza y Huesca:
tres músicas, y una voz.
La voz de un pueblo que canta:
-tres lenguas, y un corazón-.
¡Volad, volad, palomicas,
al cielo azul de Aragón!
Los infanticos anuncian
el día desde el Pilar,
y las acequias murmuran
versículos del Corán.
La tarde es roja y mudéjar
-Teruel, ¡qué lejos estás!-...
Las torres del Maestrazgo
se empinan, y ven el mar.
País de anochecida,
-silencio entre montañas-,
al fondo del pantano
repicarán campanas.
Ventisca el Pirineo
y cierzo los secanos:
hermano contra hermano,...
esta tierra fue Aragón.
Que no, que no, palomica,
que no podemos reblar.
¿Qué tierra quieren que hagamos
sin gente y sin dignidad?...
No es mi Aragón, si alguien falta
-Montaña, Llano y Ciudad-....
El agua, donde es precisa;
las gentes, ¡en su lugar!.
Palomas monegrinas,
torcaces montañesas,
las bajoaragonesas
y tú, negro pardal;
"coloma", ven de la "Franja",
¡unidos hay que volar!....
Con las de San Pedro el Viejo,
del Torico y del Pilar.
Volad, igual que hace un sueño,
cantad la misma canción,
soñad que juntos soñamos...
y el sueño se hará nación.
Nación de puertas abiertas
(...si sueñas, ¡hazlo en color!)
Te haremos un arco iris
con las barras de Aragón.
¡Ondea, cuatribarrada!,
contigo vuela mi voz;
contigo mil sueños vuelan,
palomas del corazón.
¡Ondea, revolandera,
espanta boiras del sol!......
¡Volad, volad, palomicas,
al cielo azul de Aragón!

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