Yo parto de una base muy simple. Todo el mundo conoce, o debería, que la vida de una central nuclear es limitada. Así que los trabajadores, bien remunerados, deberían saberlo. Cierto es que hay muchos eventuales, pero se les puede contratar para las labores de desmantelamiento que llevaran años. Los más cualificados pueden ser recolocados en otros lugares. Pero claro, quieren tenerlo todo, un empleo muy bien pagado y en sitio fijo. Precisamente cuando los pregoneros del capitalismo y la economía de mercado hablan de la movilidad laboral, parece que no les debe afectar a ellos.
Pero las eléctricas tienen un gran interés y siguen tratando de confundir a la ciudadanía publicitando la energía nuclear como ecológica, con total desfachatez. Se deben creer que por emplear el color verde ya pueden engañar a otros que no sean gente muy desorientada sobre el tema. Garoña es una central obsoleta, inaugurada en 1971, plenamente amortizada y con beneficios, y que desde 1981 tiene fisuras en le reactor. Es como un coche viejo al que se quiere poner arreglos, no lograrán convertirlo en un coche moderno. También crean miedo hablando de una subida del precio de la electricidad, ¿por qué no citan lo que se les paga por la moratoria nuclear y Lemoniz? cuando España es exportadora de electricidad. O como si el Consejo de Seguridad Nuclear fuera una fuente imparcial.
Hay que acabar con los estómagos agradecidos. Con la demagogia de Rajoy de asegurar su continuidad. Y mirar de una vez el futuro del norte de Burgos. El valle de Tobalina tiene un gran potencial natural y por tanto de turismo rural. Todos estos años deberían haberse aprovechado para con el dinero de Nuclenor ir preparando con antelación las consecuencias del cierre. Ahora no se puede decir que no se tiene nada preparado. Habría que pedirles responsabilidades. Y lo mismo para el gobierno español. Por eso proyectos como la Autovía Dos Mares ponen en riesgo ese potencial natural.
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