lunes, 19 de mayo de 2008

Descenso del Real Zaragoza

Se ha consumado lo que se veía venir desde hace bastantes jornadas. Se ha pagado una sucesión de errores desde la pretemporada, en la planificación, de la que Víctor Fernández es en parte culpable, con una plantilla desequilibrada. Aunque haya sido un gran entrenador. Agapito tampoco quiso parchear la situación en invierno, fichando algún defensa, aunque defender sea tarea de todo el equipo, el equipo ha sido blando y fácilmente batible. A pesar de varias intervenciones de mérito de César. Pardeza y Herrera también son culpables, y deberían irse, su ciclo ha acabado, aunque los principales responsables sean Agapito y Bandrés, éstos no van a irse, es más, lo que deben hacer es quedarse y avalar al equipo económicamente en segunda, y sacarlo del enorme atolladero en dónde le han metido.
Los sueños de grandeza de Agapito, su compadreo irresponsable e inadmisible con algunos jugadores, haciendo notar una falta evidente de autoridad y exigencia sobre los jugadores, muy bien pagados por cierto, han llevado a ésto. De ser un club serio, por más que Solans tuviera bastante de cicatero, se ha pasado a ser una casa de putas, con perdón para el gremio, con cuatro entrenadores, algunos de ellos, Garitano e Irureta huyeron ante la que se venía, como irremediable, porque desde arriba no se hacía lo que hay que hacer. En la situación económica, delicada, mucho más aún tras el descenso, es una irresponsabilidad gastarse ese dineral en fichajes y sueldos, salvo que lo avale y pague todo Agapito, cuando el club no pueda. No me resigno a estar a un nivel inferior, pero me gustaría que fuera un crecimiento sin pies de barro. No es alarmista decir que se ha puesto en peligro la continuidad del club. Mucha gente debe asumir su responsabilidad, que es importante, ahora que vienen mal dadas. Reconocer lo errores y tomar nota.
Por otra parte, volviendo a la política deportiva de Agapito, soy el primero en desear que el Zaragoza crezca, y pueda competir con equipos importantes, pero no a costa de hipotecar su futuro. Se ha abandonado la tradicional política de fichar gente joven, con hambre de hacerse importante en el fútbol, como Barbas, Rubén Sosa, Aguado... o buenos jugadores de equipos medios como Gay, o jugadores sin sitio en los grandes, como Nayim, Aragón o Solana. Por no hablar de la falta de oportunidades a la cantera, en las plantillas de los 80 se veía a varios jugadores del país. Eso va más allá de lo deportivo e implica un sentimiento de identificación de los aficionados con el equipo, y una forma de sentir, unos valores. Se ha sustituido por una política, salvo excepciones, basada en tirar de talonario, en algunos casos con jugadores de vuelta o sin el compromiso necesario. De haber tenido el compromiso de Sergio García y Zapater, el equipo se habría salvado. Debe servir ésto para hacer una catarsis en el club a todos los niveles, y sembrar las bases de un futuro sólido. Los aficionados han demostrado estar muy por encima del equipo, y no le van a dejar sólo.
Mencionar por último a la caterva de oportunistas y mezquinos, los que mezclan asuntos como el trasvase en todo ésto, basando en ello su odio irracional al Zaragoza. Cuando son otros equipos quienes se han posicionado, el Zaragoza como club nunca lo ha hecho, y convendría diferenciar una cosa de otra. Se definen por sí sólos. Eso sí, todos los veranos, equipos como el Valencia ponen sus ojos en jugadores zaragocistas, ahí ya les importa menos a esos aficionados.
¡Aupa Zaragoza!

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