En España, hablar de política hidráulica, es referirse casi inevitablemente a embalses y trasvases. Es lo que entiende en el imaginario colectivo y en la agenda de la mayoría de políticos. Así que no es de extrañar, que se use el símil del trasvase para explicar las medidas de eficiencia que pretende implantar el PSOE. Sus previsiones son liberar 4200 hectómetros anuales. El oscense José María Becana lo explica Pone en valor el trabajo que hemos hecho en Aragón. Un mayor énfasis en la garantía de la disponibilidad y calidad del agua, la gestión sostenible y eficiente y la incorporación de las nuevas tecnologías. Se refiere a la Comisión del Agua, ejemplo de pantomima e imposición de mayorías 80-20, como la que hay en el Consejo Nacional del Agua. Por eso el PSOE impulsa las obras del Pacto del Agua. Más de lo mismo camuflado de progresismo.
Otros en cambio siguen sin enterarse de la situación de sequía que padece Aragón, y que incluso ha mermado la producción hidroeléctrica. Como quien va camino de convertirse en un clásico, el secretario general del PP de Valencia, Ricardo Costa. Zapatero ya no tiene dónde esconderse y hasta los informes del Ministerio de Medio Ambiente señalan que la desalación contamina más y es más cara. La derogación del trasvase del Ebro fue un peaje político a su estancia en el Gobierno. Curioso que hable de informes un compañero de partido de Jaume Matas, que cuando fue ministro ocultó los informes negativos al PHN. No puede faltar la clásica referencia a la malignidad del nacionalismo catalán. Será que el trasvasismo no les asegura la victoria en Levante.
Pero tanto a unos como otros, se les olvida siempre los afectados. Paralelamente a éstas declaraciones partidistas, los afectados por el embalse de El Val, a los pies del Moncayo. Siguen reclamando sus compensaciones diez años después de acabada la obra, cifradas en 7,3 millones de euros. Unas compensaciones para el pueblo de Los Fayos, prometidas hace quince años.
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