jueves, 25 de octubre de 2007

Ainielle vive

Frente a amenazas como la cercana cantera de Oliván, actos como éste dan sentido y dignidad a los pueblos abandonados. Noticia Y autores como Julio Llamazares se encargan de ello, acercando una realidad triste y desconocida a un público que dificilmente se podría enterar de otra manera.

FESTIVALES ARAGÓN

"La lluvia amarilla" cae en Huesca en la jornada más emotiva de PeriferiasUna exposición, una charla y una obra de teatro llevaron al festival toda la desesperación del Pirineo despoblado que refleja la novela de Julio Llamazares.


JAVIER SÁNCHEZ BLASCO. Huesca "Sombras espesas avanzarán como olas por las montañas y el sol, turbio y deshecho, lleno de sangre, se arrastrará ante ellas (…)". Éste es el escalofriante comienzo de "La lluvia amarilla", obra del escritor leonés Julio Llamazares que, desde su publicación en 1988, ha conmovido a muchos dentro y fuera de Aragón. Hoy, esas sombras espesas continúan creciendo. Son muchos los lectores, estudiosos y excursionistas que han querido acudir en ayuda de Andrés, el protagonista, en su última noche como único habitante de Ainielle, pueblo deshabitado de la Galliguera Alta, en el Pirineo oscense.
Periferias se olvidó durante la jornada de ayer del hedonismo de otros días con una jornada entera dedicada a "La lluvia amarilla", que incluyó una charla a cargo de Llamazares, la inauguración de una exposición fotográfica de Enrique Satué y el estreno de un montaje teatral de la compañía Inconstantes.
Para José Luis Acín, escritor y director del Centro del Libro de Aragón, "se trata de una de las novelas más redondas de Julio junto a ´Luna de Lobos´. Es todo un referente por el modo de tratar un fenómeno como es la despoblación". Se enmarca en el auge del desarrollismo, a principios de los años 60, cuando pueblos de toda España fueron borrados literalmente del mapa por la dictadura franquista. Sus terrenos pasaron a formar parte del patrimonio forestal del Estado o bien quedaron anegados bajo las aguas de algún pantano. A sus habitantes no les quedó más remedio que comenzar una nueva vida en la capital, al abrigo de la industria y los bloques de apartamentos.
"Ya no vive nadie como se vivía allí (en Ainielle), pero la gente sabe dónde está, su historia y lo que sucedió. Y si uno se acerca a la población vecina de Oliván, le dirán que es casi una romería lo que hay ahora hacia allí", relata Acín.

"Ainielle ha regresado al mapa"

Testigo de todo ello es Luis Estaún, alcalde de Biescas, ayuntamiento al que pertenece este Macondo aragonés. "Llamazares ha conseguido con su novela que Ainielle vuelva a figurar en el mapa, haciendo que se le tenga respeto como población y convirtiéndola en una de las más frecuentadas de la zona a pesar de estar abandonada", comenta Estaún.
Desde el Consistorio se han realizado pequeñas actuaciones en el núcleo abandonado, como la limpieza de los caminos que llevan hasta este lugar de leyenda. Además, está en proyecto la remodelación de la cubierta del molino, edificio que juega un papel fundamental en la novela, así como la creación de un albergue de montaña en lo que fue la escuela. La última palabra la tiene la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón.
La otra arquitectura de Ainielle, la que pertenece al imaginario de Llamazares y sus lectores, sí que continúa, por su lado, su crecimiento hacia el terreno de lo mítico. "No se trata de literatura rural al uso, sino de la crónica de un mundo que se desvanece", subraya el escritor oscense Ismael Grasa.
"Y con todos los pueblos abandonados que existen en nuestro territorio -añade- se ha convertido en un referente de este mundo que son los Pirineos".

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