jueves, 9 de marzo de 2006

El espíritu solidario mirandés

Iba el otro día en el autobús, de vuelta a casa, pensando en como hacer el trabajo que nos han mandado hacer en el CAP para aprobar la asignatura, dejándote llevar un poco, siempre me ha llamado la atención la atención la cantidad de gente que pulula por las calles vitorianas, haga frío, calor, llueva, nieve o haga el tiempo que haga. Sale el autobús de la estación, como siempre, ningún coche le facilita la salida, giro a la izquierda. Al fondo algo llama la atención en el siguiente cruce, se empiezan a parar los primeros coches. Una manifestación está circulando por el centro de Vitoria. Rápidamente supone uno que siendo 8 de marzo, es el día de la mujer trabajadora. Reforzado por los globos, pancartas que se pueden leer y el ambiente pacífico de la misma.
Primeras protestas por el inevitable retraso que va a suponer. Al final fueron no más de doce minutos de reloj. ¿Por que las manifestaciones deben ser en día laboral y por el centro de la ciudad? se peguntan, pues para que tengan repercusión. Lo contrario es un absurdo. Creo que hay que tener comprensión hacia los pequeños inconvenientes que suponen. Y más si defienden una causa tan noble como los derechos de la mujer, maltratada tantos siglos, minusvalorada en su capacidad por una sociedad falocéntrica. Las sociedades han avanzado a golpe de manifestación, reivindicación y revolución. Los derechos que hoy disfrutamos vienen de ahí. Por eso me es difícilmente comprensible algunos comentarios, ni siquiera motivados por ser las ocho y cuarto de la tarde. Como que sí que tenían derecho a manifestarse, pero que estábamos indefensos. Mala suerte que te pille.
Paso a paso llegamos a la siguiente parada. La gente sube algo azorada por el retraso. Lo más penoso vino de una mujer, que seguramente ni se fijó que reivindicaba la manifestación, sus derechos, que lo definió como tontería realizada por chusma. Hay un pensamiento extendido de creerse con todos los derechos pero exentos de obligaciones e inconvenientes. La demagógica frase de "Yo tengo derecho a todo porque pago mis impuestos". Hay cosas que van aparte y que redundan en el bien de todos. Debe ser por el escaso espíritu participativo y reivindicativo de la ciudad donde vivo. Me pregunto adonde se podría llegar si se trasladase el espíritu de acompañar al Mirandés a la vida cotidiana. Canalizar esa fuerza. Por que la participación en las reivindicaciones es mínima y son las mismas años ha. Les debe de sorprender que en otros sitios la gente se movilice y participe. Se está mejor en la comodidad, que otros reivindiquen las cosas de las que yo me beneficio sin mover un dedo y encima quejándome de todo. Se habla demasiado y se participa actívamente muy poco. Todos son los más listos de boquilla, habría que verlos dirigiendo algo, si lo hacían mejor que los que critican. Les animo a fundar un partido independiente, el PIM, porque es lo suyo, pim pam pum a todo lo que se mueve.
Y siendo punzantes, o quizá no tanto, hay bastantes cosas de la vida diaria, perfectamente evitables. El hablar tanto y tan alto en el autobús, sobre todo si te pilla un comando sonoro detrás. O que vean que vas a salir y nadie te ceda el paso y tu ahí sentado esperando, pequeñas cosas de urbanidad y que le hacen el viaje a uno más agradable. ¿Por que la ciudad está tan sucia? la gente no usa las papeleras para nada. Es vergonzoso como se queda el parque Cabezón. En fin, no es por aburrir. Pero a la hora de ser quisquillosos y cascarrabias eligen una justa manifestación.

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