A menudo se busca una equidistancia entre el sentimiento propio y el sentimiento españolista. Sobre todo por parte de los segundos cuando los primeros hacen algo. Una manera de quedar bien, casi siempre bajo el parapeto y la influencia españolista. Cuando no hay queja o cuando el hecho viene de la parte españolista, entonces esas personas no piden que haya equidistancia. Un sentimiento al 50% que casi siempre esconde una falsa igualdad por las distintas reacciones que provoca que la reacción venga de un lado u otro.
Notorias han sido las quejas al Justicia de Aragón, esa figura histórica del que convendría recordar más de dónde viene, por la imposición de un gran banderón español delante del Justicia en la plaza Aragón. El españolismo no respeta los sentimientos ajenos y suele ejercer la asimilación y el olvido.
Mucho se lo ha pensado Fernando García Vicente para llegar al final a esa citada equidistancia. Valorar positivamente que el ayuntamiento de Zaragoza vaya a colocar una bandera aragonesa de idénticas dimensiones. Hasta demuestra cierto atrevimiento para proponer que cada una esté en la plaza que lleva el nombre de cada país, con Independencia entre ambas, esto último creo que no. Para llegar a ésto no hacía falta tantas cavilaciones. Es sintomático que la española sea denominada la bandera nacional. Ni citar una ley de símbolos aragonesa que lleva incumpliéndose tanto tiempo. Los no nacionalistas españoles que bien que reaccionan en otros lugares para que se cumplan leyes similares.
Un justicia al que poco le importaba todo ésto, cumplimiento de la ley incluida, cuando asistía a homenajes a la bandera española. Como en la entrega de despachos de la academia militar. De la que es cadete de honor desde 2002. Por no hablar de su discutible presencia en el izado. Entonces no aprovechó para decir nada respecto a la ley de símbolos delante de los gerifaltes militares. Ni habría dicho nada de no ser por las quejas ciudadanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario