domingo, 18 de marzo de 2007

75 años

Aunque el fútbol en Zaragoza es anterior, se cumplen 75 años del equipo representativo de la ciudad, y en gran sentido, de Aragón. Fue en 1932 fruto de la unión del Iberia (los avispas) y el Zaragoza (los tomates), por los colores de sus camisetas y que el actual club homenajea en las camisetas suplentes. Había una gran rivalidad entre ambas aficiones. A lo largo de estos años el Zaragoza ha sido un club reconocido en España y el resto del mundo. Digamos que pertenece a la clase media alta. Sobre todo es a partir de los años 60 y el equipo de los magníficos cuando se asienta entre los mejores. Irregular en sus resultados, combinando partidos memorables y grandes temporadas con otras mediocres. Pero nunca instalado permanentemente en la medianía. Por eso da grandes alegrías. Y con una impronta de apostar por el fútbol de calidad. La nueva etapa con la vuleta de Víctor Fernández y la llegada de Agapito Iglesias, apuesta decidamente por esto, y con una inversión nunca vista, y que quizás no deba extrañar tanto en la quinta ciudad de España y cuarta económicamente. Buenos y malos momentos, con emoción.
Se puede decir que mi primer recuerdo de un partido, es la final de copa del 86, con seis años, frente al barcelona en el calderón, nada más que recuerdo el gol del principe dle gol, Rubén Sosa, y el comentario del siempre soso José Ángel de la Casa de que había pegado en un jugador de la barrera. Volviendo a traer un título a Zaragoza 20 años después, tras la final 10 años antes de los Zaraguayos, a los que les faltó ese punto de suerte. la relación del Zaragoza con los jugadores sudamericanos ha sido sumamente productiva.
Otro intenso recuerdo es la promoción de descenso de la 90-91 contra el Murcia, dónde creo que aún nos la guaradn por ese y otros motivos que no vienen al caso. Tras ir los pimentoneros casi todo el año líderes en segunda, lo perdieron en La Coruña creo, recuerdo que alguien quemó parte del techo de Riazor por una bengala. Que vueltas da el fútbol, las sociedades anónimas deportivas, y a veces lo que es casi o sin casi una casualidad cambia la historia. Un 0-0 en Murcia y un 5-2 en Zaragoza, recuerdo a un tio colgado del larguero al acabar el partido. Y ese sería el germen del legendario Zaragoza de Víctor Fernández y la Recopa.
La confirmación de todo lo que se apuntaba llegó con el tercer puesto en liga, tras golear 4-1 al Madrid el último partido. Y haberle endosado un set al futuro campeón. Con un Cruyff anodadado. Recuerdo el comentario de José Antonio Ciria en el resumen "El grito se oyó en varios km a la redonda". Es que el sexto fue un chuleo de partido de barrio.
Así llegamos a la final de copa del 94, frente al Celta, del que somos la bestia negra copera. Muchas ocasiones, paradones, uno de Cedrún decisivo, y Alejo, fallando el penalty decisivo para el Paquete Higuera empaquetara la copa a Zaragoza. Esa final nosé que chiquillada de Esnaider se la hizo perder. Sin duda dejó en Zaragoza sus mejores años y recuerdos de su carácter, esa mirada de loco desquiciado cuando marcaba un gol o se metía en un fregao. Nuevamente se ganaba en el Calderón, y en la misma portería se ganó que en el 86 Rubén Sosa marcaba. Tics del fútbol. Como que fuera entrenador del Celta Txetxu Rojo. Con el paso de los años, gusta más haberle ganado esa copa a Cañizares. La promesa de Cedrún del año anterior en una final de triste recuerdo se hizo realidad. Y como es de Bilbao, tuvo los huevos de repertirla aumentando la apuesta para el año siguiente.
Hay veces que no se gana, pero se gana la inmortalidad del recuerdo. Así fue en la Supercopa del 94 frente a los estertores del mal llamado Dream Team, que sólo hubo uno, el equipo de EEUU de baloncesto de los JJOO de Barcelona. Un 4-5 inolvidable en el Camp Nou no fue suficiente por el 0-2 de la ida, y eso que se llegó a remontar la eliminatoria. Que pose de Lopetegi en el quinto gol.
Qué decir que no se haya dicho de la Recopa. Pues recuerdo el giligol que nos metió el Chelsea en Stamford Bridge, al difunto Solans embutido en una camiseta encima del traje, con la Romareda botando y contando hasta tres mirando a la cámara, a los maderos haciendo lo habitual en ese partido, un golazo de Pardeza al Feyenord, innumerables ocasions en la bañera de Rotterdam y un gol de Larsson cuando llevaba rastas que complicaba las cosas. Todo eso y más para llegar a París, donde como anécdota se ve una bandera de CHA en el anillo superior. Un golazo de Esnaider y su rostro desencajado. Y un gol, irrepetible de Nayim, que nos llevó de la incredulidad de adonde tira al éxtasis y la locura colectiva. Y una deuda personal por sus años en el Tottenham, eterno rival de los gunners y que se lo habían recordado durante el partido. El afortunado. Nayim. Gracias. El rostro de Seaman, incrédulo, atónito, mascando chicle sin creérselo junto a la red de su portería, el gol, nunca mejor dicho, se le vino encima, en una parábola que llegó a lo alto del cielo parisino para en una vertiginosa caída meterse en la portería. Cedrún había vuelto a ganar la apuesta a la afición.
En 2001 las tornas habían cambiado, era el Celta quien venía en plan gallito en la final, y con Víctor Fernández y Cáceres, ganadores del 94. Se adelantó en el marcador. Pero el Zaragoza con tesón le daba la vuelta, al Celta se le hizo la noche y le temblaron las piernas, no se adquiere la grandeza de un día a otro y más cuando estás en un equipo que sabe de que va la fiesta. Con un equipo que aún hoy sorprende que fuera capaz de ganar.
En 2004 se produjo el derrumbe del Madrid galáctico, y sobre todo de la soberbia de Florentino Pérez y sus nulos conocimientos futbolísticos. El Zaragoza llegaba como víctima propiciatoria, recién ascendido, a Montjuich o estadio Lluis Companys. No le importó remontar otra vez. Para confirmarse como el indiscutible equipo copero de los últimos años. Una competición despreciada y minusvalorada por otros, hasta que la pierden, o se quedan en el camino año tras año, y ven lo bonita que es la final y la alegría del ganador. El audio es penoso pero no encontré otro.
Ese mismo año el Valencia también pecó de soberbia en la Supercopa. Con el trasfondo del trasvase era un gustazo, porque no decirlo. Y otra vez jugársela al payaso de Cañizares, estandarte de la antideportividad, con esos ojos de loco. Un 1-3 inapelable y la vieja deuda de hace 10 años saldada.
Hasta aquí mis vivencias como zaragocista. No voy a contar penas. Las hay en la vida mucho más importantes. El fútbol es para sentirlo y disfrutar. La historia anterior a 1986 no la narro porque prefiero contarla desde un punto de vista de lo vivido.
Editado el 23 de enero de 2008, para saldar el olvido del set al Real Madrid en la copa del rey, repitiendo el mismo resultado de 1975. Espectacular.

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