El Régimen del 78 ha decidido dar ya por amortizado al decadente y achacoso Juan Carlos I para dar caso al conocido como "el preparao", y que llevará como nombre Felipe VI (V de Aragón). Después de una insistente campaña de años para presentarlo ante la opinión pública como alguien competente para ostentar ni más ni menos que la jefatura del estado español. Su discurso no merece mayor comentario por ser reiterativo, más de lo mismo. Unidad, cabemos todos, diversidad, pero sobre todo unidad, que es lo que la corona española representa en el Régimen del 78.
Una maniobra frente al descrédito en la sucesión de escándalos de "el campechano" que por su magnitud ya no se podían ocultar ni hacer comulgar a la gente con ruedas de molino. Habrá que preguntarse dónde están los que durante décadas se definieron a sí mismos como "no soy monárquico, soy juancarlista", su ridículo es espantoso. Cabe preguntarse por el papel tan lamentable y sumiso de la prensa. Ensalzando hasta la náusea a la monarquía y tapando, es decir, siendo cómplices, de todos los desmanes de Juan Carlos I.
Un ejercicio de gatopardismo.
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