martes, 16 de julio de 2024

Todos los niños querían ser Arkonada

 Cuando era niño todos los niños que les gustaba la portería querían ser Arkonada. Con independencia del lugar donde vivían y el equipo del que fueran. El mítico portero de la Real Sociedad volaba literalmente bajo palos. Cuando se lanzaba a por el balón, del impulso que cogía seguía ascendiendo, a lo que unía unos excepcionales reflejos. Una grave lesión en 1985 y un mal partido, excepción a la regla, en Gales, quitaron a Arkonada de la portería de la selección por el sobrio Zubizarreta. Sin embargo hasta su retirada en 1989 la portería del vetusto Atotxa fue suya. Para mí, su apellido poco menos que era sinónimo de puerta infranqueable.

En la Eurocopa del 84 fue el principal responsable de que la selección española llegara a la final. Con actuaciones memorables ante Dinamarca y Alemania especialmente. Hubo una espuria polémica sobre su presunta negativa a llevar las medias con la bandera por unas blancas, como las que jugaba con su club. A pesar de llevar muchas veces el brazalete con la bandera. Lo caprichoso e injusto del fútbol hace que se le recuerde por el gol que se tragó de falta de Platini en la final, una final a la que no se hubiera llegado sin su aportación.


 

En la mirada inocente de un niño solo ve a un ídolo deportivo al que quiere emular. Saltar como él y llegar a balones que parecen imposibles. No importaba que fuera vasco. Ni un niño era consciente de la tensa situación socio política del momento. Pero parece que hay nostálgicos de esa época que por suerte para ellos, ni siquiera les tocó vivir.

Es indudable el giro en los últimos años, plenamente consolidado, de la izquierda abertzale y su apuesta por vías pacíficas y frentes amplios. Se puede debatir si por el camino ha dejado demasiadas concesiones ideológicas o no. pero el éxito electoral es indudable. Con los años siento cada vez mayor aversión a puristas y sectarios. Esa es la gente que más impide avanzar a la izquierda. Que en 2024 aparezca en Elorrio una pintada contra Merino y Oyarzabal nos retrotrae a Rentería 87 y épocas pasadas y superadas. La nostalgia endulza el pasado, lo mitifica. A esa gente quizá le convendría un paso por el palacio de La Cumbre o el cuartel de Intxaurrondo, funestos epítomes de tiempos oscuros. O que llamen reformistas a quienes han sufrido tortura, cárcel e ilegalización de sus siglas políticas.

Uno se pregunta quien se cree esa gente para llamar traidores a dos futbolistas. Misma estirpe que los que siguen cantando lo de la goma 2. En un pueblo donde tienen familia, esparciendo el daño adrede. No citan a Alex Remiro, compañero de la Real Sociedad, ni a Laporte ni a los del Athletic, que en su lógica de pensamiento serían igual de traidores. Por lo que está claro que es una acción a nivel local.

Habrá que recordarles que en los años de plomo de ETA, solo Kortabarria, quien llegó a jugar 4 partidos con la selección española, renunció a ella en 1977. Es todo un debate la legitimidad de jugar o no con la selección y aprovechar tu carrera deportiva. Sobre todo cuando hay una imposibilidad de jugar con la selección que sientes. Pero todos los demás de la Real Sociedad fueron a la selección española: el mismo Arkonada, Gorriz, Alonso, Satrustegi, Zamora, Lopez Ufarte, Uralde, Begiristain, Bakero... También traidores? Mucho se habló del ambiente y la tensión política en la concentración española durante el Mundial 82. Prefiero recordar las palabras de Zamora, Satrustegi o el mismo Arkonada sobre Juanito, con quien tuvieron encarnizadas batallas deportivas aquellos años. El homenaje en 1987 ante la desgraciada muerte de Javier Sagarzazu. Pensar que el fútbol es rivalidad en el campo pero amistad, o al menos, respeto fuera del césped.

Varios de los futbolistas citados ya estaban en 1975. Cuando, todavía ilegalizada, se metió en Atotxa una ikurriña de estrangis. Los jugadores de Real Sociedad y Athletic Club salieron con ella al campo. Para eso hacía falta más valor y compromiso que para hacer una pintada anónima.

Finalmente y en una entrevista, Arnaldo Otegi explica y razona muy bien esos sentimientos. Pero también reconoce que hay mucha gente en Euskal Heria que se siente española. Y que Asirón puso pantallas gigantes en Iruña para ver la final. A eso se le llama convivencia. Y cada uno con su idea. Yo mismo no soy un forofo de la selección española, pero me alegré sinceramente por todas las amistades que se llevaron una alegría. Y recordar que todos los niños querían ser como Arkonada.

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