domingo, 12 de septiembre de 2010

Laurent Fignon

Con su muerte se va parte de ese ciclismo de antes, de ataque sin tregua, esos primeros recuerdos cuando se empezó a televisar el ciclismo en directo y me aficioné a este deporte. Un ciclista poco apreciado en España, por su rivalidad con los ciclistas españoles y el lamentable episodio del escupitajo a la cámara. Pero los más aficionados reconocían en él a un enamorado del ciclismo, excepto los periodistas, y una persona afable con los aficionados.




Su fulgurante irrupción, triunfando con sólo 23 años en el Tour y su aspecto atípico, gafas y coleta, le hicieron ganarse el apodo de El Profesor. Unos años donde el Tour era de mayor dureza en los recorridos y con más corredores capaces de ganarlo, inolvidables las ediciones del 84 y el 87. Tras ganar dos Tours consecutivos sus problemas con las lesiones le impidieron lucirse más, a pesar de ganar el Giro 89 y otras carreras. Más la decepción que nunca acabó de superar del Tour 89 que perdió en la contrarrreloj del último día en París, luego se supo que había estado enfermo, lágrimas de rabia.

Su tenacidad le hizo comentar el Tour para la televisión francesa hasta el final, incluso asistiendo a sesiones contra el cáncer entre las etapas. Un inconformista, rebelde, en la carretera y en la vida.




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