sábado, 25 de febrero de 2006

Los hermanos Arcega III

La 89-90 es una temporada de contrastes. Se homenajea a los Arcega en un partido con el Real Madrid (91-92). Poco después se vería a Fernando llorar en los pasillos del viejo y hoy derruído pabellón del Real Madrid, para despedir a Fernando Martín, amigo y compañero en la selección. Junto a tantos otros. La noticia se conoce justo antes de un partido Real Madrid-CAI, donde Fernado Martín estaba lesionado y no iba a jugar. La irregularidad liguera hace caer a Moncho Monsalve, sustituido por un jovencísimo Chuchi Carrera, de 24 años y menor que varios integrantes del plantel. El equipo acabaría noveno.


Mark Davis, el escolta más mortífero del CAI.
En cambio la gran alegría llegaría con la Copa del Rey en Las Palmas de Gran Canaria. Donde el equipo llega como víctima propiciatoria, tras haber ganado en octavos a doble partido al Pamesa Valencia. En cuartos se elimina al Valvi Girona (85-79), en semifinales se da la primera gran sorpresa al vencer al Real Madrid por 74-73. En la final esperaba el Joventut, cuajando el equipo que sería el mejor de España los dos siguientes años, y campeón europeo en el 94. Pero con el lastre psicológico de varias finales perdidas consecutivamente. El CAI supo jugar mucho mejor y ganó por 76-69. Davis, soberbio, apuntilló a los de Badalona, con el record anotador en la competición y primer MVP. Jugaron J. A. Arcega (5), Davis (44), Zapata (6), Andreu (1), Belostenny (10), Ruiz-Lorente (5), F. Arcega (3), Aldama (0) y Murcia (2). Fernando levantaba como capitán y por segunda vez la copa.
Pepe narra como lo vivió el equipo. "Íbamos de víctimas en aquella Copa. 15 días antes habían destituido a Moncho Monsalve. Pero llegamos a Canarias, nos crecimos con los dos primeros partidos y luego en la final ganamos al Joventut. Con una gran defensa interior de Andreu y Belostenny, pero por encima de todo, con los 44 puntos de Davis. Sin duda aquella final tiene su nombre. Anotó más de la mitad de nuestros puntos. Lo metía todo, fue imparable".
Para la 90-91 la expectación era máxima. Se inauguraba el Príncipe Felipe, extraordinario pabellón del cual lo peor es el nombre, el entrañable "huevo" se había quedado pequeño. Y deportivamente se conseguía renovar a
Davis y volvía el mítico Magee, los dos héroes de las copas juntos.
Hasta cuatro entrenadores se sucedieron (Carrera, Van Eman, Oliete y la segunda etapa caísta de Comas). El 6º puesto en Liga casi supo a poco. Más decepcionante fue la eliminación en casa en cuartos de la Copa del Rey. En ambos casos ante el Estudiantes, en su época más boyante.
La gran ilusión vino con la participación en la Recopa. Tras pasar la previa y la liguilla, se ganó claramente en semifinales al Cholet de Rigeaudeau (95-105 y 90-79). El 26 de marzo del 91 quizá sea el día más negro de la historia caísta, lo que debía ser una fiesta en Ginebra. Empezaba aquello con las agresiones de los vándalos del PAOK, equipo con el que se había jugado en la liguilla, con victoria y derrota. La insuficiente dotación policial hizo que esa gentuza hiciera lo que le vino en gana, secundados en la cancha por gente como Papachronis. Junto al momento culmen del caciquismo de Stankovic propiciaron uno de los mayores escándalos del baloncesto europeo. En palabras de Comas "Cuando le pitaron la quinta a Fassoulas, allí empezó a caer de todo, por lo que se paró el partido ... Entonces el árbitro italiano (Cazzaro) llama a la organización y asegura que hasta que no se desaloje la cancha no seguíamos, como era lógico. Pero en ese instante aparece Boris Stankovic -secretario general de la FIBA- y llama a nuestro presidente, José Luis Rubio: 'Oye, si quieres seguir jugando en Europa el año que viene, que tu equipo salga al campo ahora mismo'. También convenció a los árbitros. De todas formas, lo que más me sorprendió de todo esto fue ver a nuestros aficionados dándonos las gracias por haber perdido. 'Si llegamos a ganar, no salimos vivos de aquí', aseguraban entre abrazo y abrazo".


Fue una pena que a pesar de todo el CAI supo llevar bien el partido y ser mejor que su rival, pero se vino abajo los últimos tres minutos. Fernando ejerció ese partido de capitán, 17 puntos, anotando dentro y fuera, con ese liderazgo suyo, sereno y tranquilo, sin aspavientos pero que su presencia daba un plus en la pista. Sabía que era la gran oportunidad europea, en su madurez con 31 años. Posiblemente el jugador más centrado en el partido y lo que había que hacer. Davis y Magee anotaron más pero no leyeron tan bien el partido. Ese verano acude a su última gran cita con la selección, obteniendo la medalla de bronce en el Europeo de Roma.

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