Rosa Díez ha sido un personaje peculiar dentro de la política española, que principalmente ha hecho de un españolismo simplón su seña de identidad. Así que su salida no podía ser menos. Sin avisar al responsable actual Gorka Maneiro y reclamando su disolución para que no se pervierta su legado (sic). El personalismo y antinacionalismo ya no da más de sí. Pero podríamos definirla como un personaje tóxico. Un partido que en su discurso de la igualdad entre españoles siempre ha sido en base a la uniformización bajo lo que ellos entienden que es lo español. En Aragón siempre han dejado ejemplos de ello. Nada nuevo. Ni lo puede disimular sus autoproclamados valores progresistas. No se le echará en falta.
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