Ciudadanos apareció en el mapa político como un partido de gente con sentido común, con una calculada ambigüedad ideológico, aunque está claro el poso neoliberal. Y que venía a regenerar la vida política, sin los vicios adquiridos de los partidos de siempre. Con una impostada superioridad moral. Al final la realidad es otra cosa y pasa como en cualquier otro partido cuando hay disensiones internas, que en algún momento salta y transciende. Y que la dirección no se anda con medias tintas respecto a los críticos. Pero estos han reaccionado con una denuncia por vía penal por presuntos delitos de descubrimiento y revelación de secretos, intercepción y difusión no autorizada de conversaciones y falsedad en documento privado. Para que te fíes de lo que se escribe en un grupo privado de whatsapp.
Un partido, que por otra parte, no ha aportado nada significativo al panorama aragonés. Voto de clases acomodadas y algún despistado, por aquello de la novedad. Y que básicamente ha destacado por ser un ariete más del españolismo bajo la excusa de la igualdad entre españoles.
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