La AVT mete mucho ruido en la política española, demasiado, realiza un chantaje emocional en base a ser víctima. Como víctimas merecen el respeto de la sociedad. Pero no pueden pretender influir en la política ni que se haga lo que ellos quieran. Se han convertido en un elemento de presión de la derecha. Además de que excluyen a quienes no consideran afines ideológicamente, mostrando así su sectarismo.
Ahora se sospecha de manipulación en las elecciones, en las cuentas con una existencia de una caja B, donde lo habrán visto antes, y de no tratar debidamente y a todos por igual. Con un mal clima laboral e insultos y amenazas. Lamentablemente demasiado parecido a cosas que denuncian, con motivo, pero que ellos parece que aplican internamente. Con Ángeles Pedraza y Miguel Folguera como máximos responsables. Que esta gente emplee motes con otras víctimas me parece cruel e intolerable.
O se está con el equipo o eres un abertzale.
Esto dice un Miguel Folguera que ni siquiera es víctima, sino un voluntario.
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