lunes, 10 de marzo de 2014

El precio de los ríos

En la perversa lógica capitalista impulsada por el neoliberalismo desde los años 80, todo tiene precio, incluido aquello que no lo tiene. Pues un paisaje, un río, una montaña, tiene valor, intangible, pero nunca precio, que es algo bien distinto. Pues bien, el PP ha puesto precio a los ríos como trístemente se puede comprobar en los nuevos planes de cuenca. Casualmente, por así decirlo, el del Ebro es el peor. Y más aún con la siempre latente y soterrada amenaza del trasvase. No hablan de ello abiertamente por interés político pero se deja ver con meridiana claridad. 
 
Un gran negocio, el del agua, un bien común y de primera necesidad, se abre a los especuladores y capitalistas. Se prometen grandes obras de infraestructuras y reparto de concesiones de agua, casi nada. Un gran pacto nacional del agua enmascara estas oscuras intenciones. Y cuando hablan de ello, hablan de la mayor de esas obras que no es otra que el trasvase del Ebro. Por supuesto, una vez satisfechas las necesidades de Aragón, que es llenarlo de pantanos que sean reguladores y almacenes de agua de ese trasvase. Una vez más con la excusa del regadío. Que se pretende aumentar un 50% en todo el estado. Una locura e insensatez, carente de sentido económico, social y medioambiental, pero que da grandes réditos electorales a unos y económicos a otros.

Los aguatenientes se frotan las manos con la apertuta de ese mercado que ler permitirá mercadear con el agua. Una situación creada en 1999 para situaciones excepcionales de sequía. No hacía falta ser adivino para saber que aquello, con el tiempo, iría más allá, mismamente el PHN de 2001 y cuyo espíritu pretenden recuperar ahora. Los ríos se convertirán en autopistas azules, canales de agua para mercadear al mejor postor, que obviamente no va aser el pequeño agricultor, que si tiene algún derecho de agua se verá poco menos que obligado a venderlo. Me recuerd a la idea del gran pantanero de infausto recuerdo, Juan Benet, que pretendía conectar la cuenca cantábrica con la mediterránea. Siempre dando al que más tiene. Ellos determinarán qué cuencas son "excedentarias" para que otros puedna comprar ese agua. Y las constructoras ávidas de hacer esas obras, como Acciona, la que lleva la ilegal Mularroya. Y justificarán una reversión de costes y expectativas económicas debidamente maquilladas para crear una burbuja del agua.

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