La FAES es un colectivo a mayor gloria de Aznar que se cree capacitado para intentar ser un poder en la sombra y dictar sus políticas neoliberales. Al estilo de Reagan y Thatcher en los años 80, de auqellos barros estos lodos. Lo cual, su ideología, no es óbice para que cada año reciban cuantiosas subvenciones públicas. Las que niegan a los demás. La autora de una serie de desvaríos neoliberales es Elisa Chuliá.
Los llamados Estados de Bienestar, que surgen en Europa tras la Segunda
Guerra Mundial, albergan en su seno el germen de su propia destrucción
al haber posibilitado éxitos sociales de primera magnitud pero con unos altísimos costes. El aumento de la longevidad, la
emancipación económica y social de las mujeres y el incremento de los
niveles educativos de la fuerza de trabajo.
¿Y cual es el fin de un gobierno sino el bienestar de la ciudadanía? Que la gente viva más es una consecuencia efectivamente de las mejoras laborales y de atención sanitaria. ¿Qué pretende? ¿Qué se mueran antes? ¿O que sólo los ricos se hagan ancianos? Es de tal desprecio que indigna. Cabrá indicar que la crisis no es que empezara precisamente por esos gastos. Son cíclicas en el capitalismo. Lo más indignante y más siendo mujer, qué nula sororidad, es que culpe a la emancipación de la mujer. Precisamente la que sostiene en buena parte este sistema con su trabajo doméstico y de cuidados no remunerado pero imprescindible. Inspirado directamente en las directrices falangistas de Pilar Primo de Rivera. Por último lamenta que la gente esté más preparada y cobre más, pero luego a su vez demandan cada vez mayor especialización.
Sobre que los estados del bienestar nacieron de forma coyuntural. Cabría matizar que fue precisamente la existencia del bloque soviético la que hizo que se hicieran estas concesiones. Para evitar posibles tentaciones. Una vez con la caída del muro de Berlín ya no existía ese condicionante y se ha ido desmantelando sin miramientos.
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